miércoles, 22 de junio de 2011

Paseo Literario (XIV): san Juan de la Cruz

Durante sus años de estudiante en la Universidad de Salamanca (1564-1568) Juan de Yepes, o fray Juan de Santo Matías, como le llamaban entonces, llevó una vida recogida, de oración y estudio. Residió en el desaparecido convento carmelita ublicado en el Arroyo de Santo Domingo. Estando en Salamanca, conoce a Teresa de Jesús y asume la tarea de reformar la rama masculina de su orden, por lo que será encarcelado. Junto con la santa de Ávila constituye la cima más alta de la mística española. Desde 1952 es patrono de los poetas en lengua española.

[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]

Almudena Torres, Toño Blázquez, Maribel Domínguez Real, Sofía Montero, Luis Gutiérrez Barrio, Isaura Díaz Figueiredo y Matilde Garzón Ruipérez



Canciones del Alma...
[II]
Poema seleccionado por Almudena Torres


¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!,
matando muerte en vida la has trocado.

¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido
que estaba oscuro y ciego
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!


A San Juan de la Cruz
Texto original del P.Juan Alberto de los Cármenes, carmelita descalzo (1915-1999)


Maravillosamente dijiste tu ventura.
La Noche y la Alborada te dieron su misterio.
¡Brilló tu Llama Viva y ardió la Noche Oscura,
y todo el universo fue verso en tu salterio!

Maravillosamente supiste la Hermosura;
rendido a su Prodigio te diste en cautiverio;
fue el Toque delicado, la Mano de blandura,
la Llaga regalada, suavísimo el Cauterio.

¡Oh, cómo amaste! ¡El ángel por ti se sonrojara!
¡Y se incendió la Noche con tu palabra clara,
con tu decir divino, con tu versar sapiente!

¡España, que te ofrece las cumbres de su historia,
besó tu lira extraña, donde con fuego y gloria
dijiste tu Ventura maravillosamente!


Tras un amoroso lance
Poema de san Juan de la Cruz seleccionado por Luis Gutiérrez Barrio


Tras de un amoroso lance,
y no de esperanza falto,
volé tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino,
tanto volar me convino
que de vista me perdiese;
y, con todo, en este trance
en el vuelo quedé falto;
mas el amor fue tan alto,
que le di a la caza alcance.

Cuanto más alto subía
deslumbróseme la vista,
y la más fuerte conquista
en oscuro se hacía;
mas, por ser de amor el lance
di un ciego y oscuro salto,
y fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido,
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba;
dije: ¡No habrá quien alcance!
y abatíme tanto, tanto,
que fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo,
porque esperanza del cielo
tanto alcanza cuanto espera;
esperé solo este lance,
y en esperar no fui falto,
pues fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.


Cántico espiritual
Fragmento seleccionado por Isaura Díaz Figueiredo



¿A dónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo Huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero:
si por ventura la vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.

Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

(Pregunta a las criaturas)

¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.

(Respuesta de las criaturas)

Mil gracias derramando
pasó por estos Sotos con presura,
E, yéndolos mirando,
Con sola si figura
vestidos los dejó de su hermosura.


La sensualidad del alma
Poema original de Sofía Montero García



Hiero mi sed
con la piel del sentimiento.
Divina quietud
en el deseo del Amado,
desvela mi mente
en un éxtasis de cielo,
que roba mis sentidos.
Vuelo de aromas,
de amor en llamas
duermen con el alba
en el espejo de un sueño,
silencian la pasión
con un llanto de besos esculpidos.
placer infinito en la quietud del tiempo.


A Juan de la Cruz

Poema original de Maribel Domínguez Real

Dejé de ser
el hueco, de mi hueco,
yo misma, la imperfección,
la envoltura dulce que niega las cosas.

Me falta el silencio, Juan.

Enmudezco.
Susúrrame amor,
El ansia, todo lo alumbra.

Abrupta es la fruta dentro, toco el dolor.

Derrámense los poros en el escarmiento,
y, alójame tú allí, en el extravío del ámbar.

Pendan luego estigmas inertes del alféizar de tu frente en sombra.

Hállese muertos los lirios que no exculpen mi pecado.

Deseo estar a solas, rasgándome, flagelándome, en el centro mismo de todas las zarzas.

Mi pelo está encendido por hallarse júbilo…me arde sofocando brisas
en el bosque solitario de cada llama tuya.

Siembro adviento,
y se aroma mi útero
con plasma de azucena.

En llaga me inclino, Ángelus.

Mi cuerpo cae de mi cuerpo saciado y dulce.
Enferma está la niebla en la alameda,
la urdimbre vegetal que baja por el rostro del amado.

A veces, le perturba el amasijo ingrávido de la luz;
y un huerto íntimo le florece en el aroma.

¡¡Arranca de mi carne este tormento; corazón mío!!

Aparta de mí esta tersura en púrpura, sin pétalos, apenas nada.
La paz profunda del desierto mío. Juan… ¡¡Hágase!!


Poema original de Matilde Garzón Ruipérez inspirado en la obra de san Juan de la Cruz

Y todo se me fue dando
cuando a todo renuncié,
cuando todo lo perdí
de nuevo me lo encontré.
Cuando a Dios posea del todo
la plenitud hallaré,
aprendiendo a gustar todo
en la belleza y bondad
ya siempre libre estaré
nadando en un mar de paz.
Quiero la nada olvidar del todo
y al todo aplicarme toda.


Me fue dada
Texto de Benito González


A través de las sendas oscuras de la temblorosa penumbra he caminado, siglos de búsqueda.
Dejando atrás los hechizos azules de los vientos perversos en los años sin vida.
¡Para llegar a ti, San Juan de la Cruz!
Pero, al fin he alcanzado las cimas blancas de tus manos y en el fondo de tu mirada un nuevo arco iris surge, pleno de belleza.
¡Oh, Poeta! Eres la luz en la lejanía, donde flotan en destellos los deseos puros de los bosques de mi alma.
En su resplandor puedo contemplar los sentidos alegres de tu corazón al hablarme.
¡Poderoso sentimiento en mí, que canta alegre a tu dichosa humildad!
Me fue dada la ternura de tu palabra…en porciones deliciosas.

Paseo Literario (XIII): Miguel de Cervantes

Dado que poseemos pocos datos seguros sobre su turbulenta juventud, no se puede asegurar lo que creen algunos estudiosos, que estudió en Salamanca el curso 1567-1568. Lo que sí es cierto es la especialísima relación literaria que Cervantes tiene con nuestra ciudad, la cual le debe una parte de su fama. En efecto, una de sus Novelas Ejemplares, El Licenciado Vidriera, refleja el ambiente estudiantil salmantino de la época, y su entremés La Cueva de Salamanca, que recupera el viejo tema medieval del estudiante nigromante, difundió universalmente la leyenda de la ciudad como centro de saberes ocultos.

[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]



Fragmento del Entremés del viejo celoso, seleccionado por Mª Victoria Díaz Santiago

(Salen DOÑA LORENZA, y CRISTINA, su criada, y ORTIGOSA, su vecina.)

LORENZA. Milagro ha sido éste, señora Ortigosa, el no haber dado la vuelta a la llave mi duelo, mi yugo y mi desesperación. Éste es el primero día, después que me casé con él, que hablo con persona de fuera de casa. ¡Que fuera le vea yo desta vida a él y a quien con él me casó!

ORTIGOSA. Ande, mi señora doña Lorenza, no se queje tanto, que con una caldera vieja se compra otra nueva.

[...]

LORENZA. Que no quiero riquezas, señora Ortigosa; que me sobran las joyas, y me ponen en confusión las diferencias de colores de mis muchos vestidos; hasta eso no tengo que desear, que Dios le dé salud a Cañizares; más vestida me tiene que un palmito, y con más joyas que la vedriera de un platero rico. No me clavara él las ventanas, cerrara las puertas, visitara a todas horas la casa, desterrara della los gatos y los perros, solamente porque tienen nombre de varón; que, a trueco de que no hiciera esto y otras cosas no vistas en materia de reato, yo le perdonara sus dádivas y mercedes.

ORTIGOSA. ¿Que tan celoso es?

LORENZA. ¡Digo! Que le vendían el otro día una tapicería a bonísimo precio, y por ser de figuras no la quiso, y compró otra de verduras por mayor precio, aunque no era tan buena. Siete puertas hay antes que se llegue a mi aposento, fuera de la puerta de la calle, y todas se cierran con llave; y las llaves no me ha sido posible averiguar dónde las esconde de noche.















Fragmento del Entremés de La Cueva de Salamanca



SACRISTÁN

Oigan los que poco saben
Lo que con mi lengua franca
Digo del bien que en sí tiene

BARBERO

La Cueva de Salamanca.

SACRISTÁN

Oigan lo que dejó escrito
Della el bachiller Tudanca
En el cuero de una yegua
Que dicen que fue potranca,
En la parte de la piel
Que confina con el anca,
Poniendo sobre las nubes

BARBERO

La Cueva de Salamanca.

SACRISTÁN

En ella estudian los ricos
Y los que no tienen blanca,
Y sale entera y rolliza
La memoria que está manca.
Siéntanse los que allí enseñan
De alquitrán en una banca,
Porque estas bombas encierra

BARBERO

La Cueva de Salamanca.

SACRISTÁN

En ella se hacen discretos los moros de la Palanca;
Y el estudiante más burdo
Ciencias de su pecho arranca.
A los que estudian en ella,
Ninguna cosa les manca;
Viva, pues, siglos eternos

BARBERO

La Cueva de Salamanca.

SACRISTÁN

Y nuestro conjurador,
Si es, a dicha, de Loranca,
Tenga en ella cien mil vides
De uva tinta y de uva blanca;
Y al diablo que le acusare,
Que le den con una tranca,
Y para el tal jamás sirva

BARBERO

La Cueva de Salamanca.



Un velero llamado libertad
Texto original de José Miguel García


¡Hola, Alonso Quijote! Dicen que es imprescindible estar loco para ver molinos de viento transformados en gigantes. Gigantes; molinos de viento, y, la lucha por la libertad en medio del Océano de La Mancha; en medio del Océano de palabras que derrama una buena colección de “libros de caballerías”; por velero, un rocín flaco, y, por corazón, un transatlántico del tamaño del Queen Mary II.

Todo el Mundo te lleva a su casa en letra impresa; nadie te lee. Yo, Quijote que todavía no ha llegado a la playa de la Barceloneta; y, Quijote que no ha sido afeitado por ningún Caballero de la Blanca Luna, he cometido la quijotada de leerte dos veces completico. Alguien se perdió el placer de pasar las noches en vela leyendo libros de caballerías. Alguien; muchos.

¡Hola, Alonso el Bueno! Me has hecho pasar dos épocas de mi vida de una manera impagable. Deseo seguir siendo el loco del pueblo, si ello es necesario para poder disfrutar de tus “aventuras”; para seguir soñando que hay un lugar para los soñadores en una vida tan poco onírica.



El brote armonioso
Poema original de Benito González



De su dorada clausura salió
el brote armonioso de la rosa de tu corazón.
Desde entonces…
perfúmenes y cantares
elevan maravillados
la brisa dulce de tu hidalgo Quijote

y…la lluvia fluye por los hayedos
mojando mis pies soñadores,
mientras un viento cauteloso
me besa nervioso,
recordándome que hoy
amigo Miguel de Cervantes
vi, entre rayos de soles,
el brote armonioso
de la rosa de tu corazón.


Versos en honor al libro de El Quijote
Texto original de Antonio Alonso García


El libro de don Quijote
causa siempre sensación,
lo que escribe en él Cervantes
es digno de admiración.

La fantasía del Quijote,
caballero sin igual,
gusta tanto a los lectores
que no desean su final.

En el libro de El Quijote
destacan los personajes
don Alonso de Quijano,
el Quijote, y su ropaje.

También su escudero Sancho
junto al bachiller Carrasco
y cómo no, Dulcinea,
que tanto amaba a Quijano.

En La Mancha se le quiere,
en La Mancha se le adora.
don Quijote, en España,
gusta mucho a todas horas.

Apreciaba y defendía
con orgullo a Dulcinea,
a Sancho Panza estimaba
y al bachiller lo recrea.

Sus aventuras son muchas,
su valor siempre admirable.
con su caballo triunfaba
feliz con su Rocinante.

A don Miguel de Cervantes
febemos agradecer
haber escrito el Quijote,
libro grande cien por cien.

En el mundo hay escritores
con una gran calidad,
pero Miguel de Cervantes
no se puede superar.

Con don Quijote ha triunfado
en el mundo el español,
el idioma de Cervantes
llena vida y corazón.

Paseo Literario (XII): Diego de Torres Villarroel

Nacido en la calle Libreros, es uno de los personajes más atractivos y originales del siglo XVIII español. En 1726 gana la cátedra de Matemáticas y Astronomía de Salamanca, hecho que los estudiantes celebraron con grandes fiestas. Sus predicciones astrológicas, que firmaba como “El Gran Piscator de Salamanca”, le dan gran popularidad en toda España. Escritor agresivo y satírico, amante de lo grotesco y del humor negro, su fama actual se debe a su autobiografía, escrita para justificar su vida y su obra, desacreditadas por los enemigos acumulados por su carácter independiente, desenfadado e irónico y su habilidad para enzarzarse en polémicas. Llega a ser vicerrector de la Universidad y reside los últimos años de su vida en el palacio de Monterrey, al servicio del duque de Alba.

[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]



Luis Gutiérrez Barrio, Carlos Blanco, Antonio Alonso, Sofía Montero, Elena Villarroel, Jose Miguel García, Blanca González Prieto y Annie Altamirano




Nacimiento, crianza y escuela de don Diego de Torres y sucesos hasta los primeros diez años de su vida, que es el primer trozo de su vulgarísima historia

Yo nací entre las cortaduras del papel y los rollos del pergamino en una casa breve del barrio de los libreros de la ciudad de Salamanca, y renací por la misericordia de Dios en el sagrado bautismo en la parroquia de San Isidoro y San Pelayo, en donde consta este carácter, que es toda mi vanidad, mi consuelo y mi esperanza.
(…)

Crieme, como todos los niños, con teta y moco, lágrimas y caca, besos y papilla. No tuvo mi madre en mi preñado ni en mi nacimiento antojos, revelaciones, sueños ni señales de que yo había de ser astrólogo o sastre, santo o diablo. Pasó sus meses sin los asombros de las pataratas que nos cuentan de otros nacidos, y yo salí del mismo modo, naturalmente, sin más testimonios, más pronósticos ni más señales y significaciones que las comunes porquerías en que todos nacemos arrebujados y sumidos. Ensuciando pañales, faldas y talegos, llorando a chorros, gimiendo a pausas, hecho el hazmerreír de las viejas de la vecindad y el embelesamiento de mis padres, fui pasando hasta que llegó el tiempo de la escuela y los sabañones. Mi madre cuenta todavía algunas niñadas de aquel tiempo: si dije este despropósito o la otra gracia, si tiré piedras, si embadurné el vaquero; el papa, caca y las demás sencilleces que refieren todas las madres de sus hijos. Pero siendo en ellas amor disculpable, prueba de memoria y vejez referirlas, en mí será necedad y molestia declararlas. Quedemos en que fui, como todos los niños del mundo, puerco y llorón, a ratos gracioso y a veces terrible, y están dichas todas las travesuras, donaires y gracias de mi niñez.


En la Torre del Marqués de Villena, junto a Villarroel
Texto original de Elena Villarroel


Sus ojos me hablan, profundos y misteriosos,
¿Qué pueden albergar?,
Tal vez visiones proféticas, tratados de medicina, el ayer, el mañana...
Una Golondrina se posa en su cabeza, hierática, pero tan pensante a pesar de los años.
Bajo las escaleras junto a él y un almanaque bajo el brazo, mientras su silencio me dice que el miedo está cerca, pero que nada puedo temer.
La antigüedad atestigua que allí unas voces callaron, amaron y subieron los peldaños que llevan a ver una ciudad pequeña, con sonidos de campanas.



Paseo Literario (XI): La Celestina

La Tragicomedia de Calisto y Melibea es quizá la obra cumbre de la literatura española después de El Quijote. La extraordinaria caracterización de un personaje, el de la vieja alcahueta Celestina, verdadero catalizador del destino desdichado de los otros actores del drama, hizo que ya desde muy pronto se llamase a la obra con su nombre, La Celestina. Tan popular se hizo que entró en la leyenda, y la leyenda le buscó una ciudad concreta, dado que el texto no precisa el lugar de la acción. Como su autor, el bachiller en Leyes Fernando de Rojas, la escribió siendo estudiante de Salamanca, aquí tomó vida la literatura. Al huerto de la casa de Melibea, donde tenían lugar los tórridos encuentros de los amantes, una vez asentada la leyenda de una Celestina salmantina, se le adjudicó este lugar, conocido hoy como Huerto de Calixto y Melibea.

[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]





Soledad Sánchez Mulas y Carlos Blanco dramatizaron el fragmento que se incluye a continuación





Tragicomedia de Calisto y Melibea

Acto cuatorceno



CALISTO.- Quedaos, locos, que yo entraré solo, que a mi señora oigo.

MELIBEA.- Es tu sierva, es tu cautiva, es la que más tu vida que la suya estima. ¡Oh mi señor!, no saltes de tan alto, que me moriré en verlo; baja, baja poco a poco por la escala; no vengas con tanta presura.

CALISTO.-¡Oh angélica imagen! ¡Oh preciosa perla, ante quien el mundo es feo! ¡Oh mi señora y mi gloria! En mis brazos te tengo y no lo creo. Mora en mi persona tanta turbación de placer que me hace sentir todo el gozo que poseo.

MELIBEA.- Señor mío, pues me fié en tus manos, pues quise cumplir tu voluntad, no sea de peor condición por ser piadosa que si fuera esquiva y sin misericordia; no quieras perderme por tan breve deleite y en tan poco espacio. Que las mal hechas cosas, después de cometidas, más presto se pueden reprender que enmendar. Goza de lo que yo gozo, que es ver y llegar a tu persona; no pidas ni tomes aquello que, tomado, no será en tu mano volver. Guárdate, señor, de dañar lo que con todos tesoros del mundo no se restaura.

CALISTO.- Señora, pues por conseguir esta merced toda mi vida he gastado, ¿qué sería, cuando me la diesen, desecharla? Ni tú, señora, me lo mandarás ni yo podría acabarlo conmigo. No me pidas tal cobardía. No es hacer tal cosa de ninguno que hombre sea, mayormente amando como yo. Nadando por este fuego de tu deseo toda mi vida, ¿no quieres que me arrime al dulce puerto a descansar de mis pasados trabajos?

MELIBEA.- Por mi vida, que aunque hable tu lengua cuanto quisiere, no obren las manos cuando pueden. Está quedo, señor mío. Bástete, pues ya soy tuya, gozar de lo exterior, de esto que es propio fruto de amadores; no me quieras robar el mayor don que la naturaleza me ha dado. Cata que del buen pastor es propio trasquilar sus ovejas y ganado, pero no destruirlo y estragarlo.

CALISTO.- ¿Para qué, señora? ¿Para que no esté queda mi pasión? ¿Para penar de nuevo? ¿Para tornar el juego de comienzo? Perdona, señora, a mis desvergonzadas manos, que jamás pensaron de tocar tu ropa con su indignidad y poco merecer; ahora gozan de llegar a tu gentil cuerpo y lindas y delicadas carnes.


Soneto de Calisto y Melibea
Poema original de Armando Manrique Cerrato



Una figura enigmática camina
bajo los estorninos, el concierto
va a un encuentro romántico en el huerto
de forma audaz, furtiva, clandestina.

Le espera allí su amada, su heroína,
en la soledad del jardín desierto,
cita galante y portón abierto,
apaños de la vieja Celestina.

Una cita inmortal a la que asisto
sin que nadie parezca que prevea
que será un mito, único, imprevisto.

Aquí es; permitidme que la vea,
la pasión legendaria de Calisto
por la cándida y dulce Melibea.

Paseo Literario (X): El Lazarillo de Tormes

Lázaro de Tormes es uno de los personajes universales de la literatura española. La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (1554) inaugura el género picaresco, que tendrá un éxito enorme dentro y fuera de España y cuya influencia en la novela europea se extenderá al menos hasta el siglo XVIII. El mozo de muchos amos es un personaje vivo y auténtico. Su anónimo autor, buen conocedor de Salamanca, hace nacer a Lázaro junto al Tormes, en Tejares, y hace coincidir su partida con su brutal iniciación a la vida, sirviéndose del conocido símbolo salmantino, el verraco celtibérico que figura en el escudo de armas:

«Salimos de Salamanca, y llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra que casi tiene forma de toro, y el ciego […] me dijo: “―Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro dél […]”. Y, como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro […] y díjome: “―Necio, aprende, que el mozo de ciego un punto ha de saber más que el diablo”»


[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]





Almudena Torres, Carlos Blanco y Toño Blázquez frente a la Cruz de los Ajusticiados, al final de la calle Tentenecio




Fragmento de la adaptación, en verso, de La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, por Carlos Blanco



Por caminos pedregosos
y, a veces, llenos de barro,
El Lazarillo de Tormes
siempre llevaba a su amo.

Hasta tierras de Toledo
los dos se fueron andando
y, en el pueblo de Almorox,
vieron gente vendimiando.

Al pasar junto a una viña
que había al lado de un camino,
el dueño les dio, en limosna,
para los dos un racimo.

-"Hoy quisiera compartir
contigo, Lázaro amigo,
limosna tan exquisita
a la sombra de éste pino.
De una en una comeremos,
hasta llegar al final,
no hagas trampa, sé formal
y el racimo disfrutemos."

Comenzaron de una en una,
según acuerdo pactado,
apoyados en el pino,
sobre una piedra sentados.

El ciego, de dos en dos,
llevaba comiendo un rato.
Lázaro, al verlo, pensó:
-"Este ciego ha roto el pacto."

Y, apenas sin masticar,
de tres en tres las comía.
-"Nunca se podrá enterar".
Para sí mismo decía.

-"¡Has comido más que yo!"
-"¡Ni una más! ¡No le he engañado!"
-"Yo comía de dos en dos
y tú estabas muy callado."

En la villa de Escalona,
a un buen trecho de Toledo,
sacó el ciego del fardel
un chorizo casi entero.

-"Busquemos pronto un mesón
y pides, al mesonero,
que por un maravedí
dé de beber a éste ciego.

Antes me pones a asar
este chorizo en el fuego;
ten cuidado, no se queme,
o un pescozón yo te arreo.

Pronto el chorizo empezó
a pingar sobre las brasas;
tostando un trozo de pan
Lázaro untaba la grasa.

El diablo, que del fuego
es su más digno señor,
puso al pie de El Lazarillo
un nabo muy tentador.

-"El chorizo cambiaré
por este birrioso nabo,
como el ciego no lo ve
lo tragará sin pensarlo."

Mientras fue a buscar el vino
el chorizo se comió
a la vez que, el pobre ciego,
al nabo el diente le hincó.

-"¡Maldito muchacho! -dijo-
¡Mil palos te voy a dar!
¡Devuélveme mi chorizo!
o te lo haré vomitar."

-"¡Ay! ... ¡Desdichado de mí! ...
¡Le juro que yo no he sido!,
pues yo vengo de buscarle
este jarro de buen vino."

Y le cogió por los rizos,
abrió la boca al muchacho
esperando que el chorizo
aún no se hubiera tragado.


Llegaba hasta la garganta
la punta de su nariz
y al ciego vomitó encima
tan suculento festín.

Vino tinto con chorizo,
fuerte olor a pimentón,
pedazos de pan pringado...
por el suelo del mesón.

Tantos golpes le pegó
con el bastón, con la mano...
que, si al ciego no sujetan,
no sé qué hubiera pasado.

La mujer del mesonero,
con el vino, le curó,
las heridas y chichones
que el ciego le provocó.

-"En un año, ya he gastado,
para lavarte, más vino
que en dos años, quien les habla,
pudiera haberse bebido."

Y la gente se reía
al ver esta situación
y al escuchar las andanzas
que el ciego les relató.

Paseo Literario (IX): Fray Luis de León

Desaparecido el convento agustino donde residió, el nombre de este agustino humanista y escritor se evoca hoy en las Escuelas Mayores, en cuyo interior se conserva el aula que lleva su nombre y, en la capilla, sus restos mortales. Licenciado en Teología por Salamanca y Catedrático de Teología en 1561, fue un hombre de espíritu combativo y rebelde y un riguroso filólogo. La Inquisición lo tuvo preso varios años en Valladolid, hasta que fue exculpado y reintegrado en su cátedra, momento en el que pronuncia su famosa frase “Decíamos ayer…”.


[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]


Soledad Sánchez Mulas, Isaura Díaz Figueiredo y José María Sánchez Terrones







Oda IX. Las Serenas

Seleccionado por Mª Victoria Díaz Santiago


A Cherinto

No te engañe el dorado
vaso ni, de la puesta al bebedero
sabrosa miel, cebado;
dentro al pecho ligero,
Cherinto, no traspases el postrero

asensio; ten dudosa
la mano liberal, que esa azucena,
esa purpúrea rosa,
que el sentido enajena,
tocada, pasa al alma y la envenena.

Retira el pie; que asconde
sierpe mortal el prado, aunque florido
los ojos roba; adonde
aplace más, metido
el peligroso lazo está, y tendido.

[...]

imita al alto Griego,
que sabio no aplicó la noble antena
al enemigo ruego
de la blanda Serena,
por do por siglos mil su fama suena;

[...]

Si a ti se presentare,
los ojos sabio cierra; firme atapa
la oreja, si llamare;
si prendiere la capa,
huye, que sólo aquel que huye escapa.


En la Ascensión
Seleccionado por José Mª Sánchez Terrones



¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, oscuro,
con soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados
y los ahora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y desventura?
Aqueste mar turbado
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto
al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?
¡Ay!, nube envidïosa
aun de este breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!

***

La rana
Poema original de Armando Manrique Cerrato


Mira, ¿la ves?
Ahí está,
enfrente.
La rana coqueta
de la buena suerte
o el sapo inquietante
unido a la muerte.

¡Venga!,
ahora,
¡Espera!
¡Mira!, sigue mi mano
¡Allí en la columna!
al lado de la calavera.

Tendrás suerte,
aprobarás todo
si la encuentras.

La humilde ranita
al lado de reyes,
de escudos grandiosos,
de inscripciones épicas.

Ella,
pequeña,
discreta
se lleva la fama
en la gran sinfonía
escrita en la piedra.

Bajo el sol ardiente
del largo verano
ante cientos de ojos
que la observan;
o en el crudo invierno
en la fría soledad
de la plaza recoleta.

Allí,
para siempre
quieta
posada impasible
encima
de la calavera.

Sí, sí,
por allí.
bajo la mirada inmutable
de Fray Luis.

Nuestra rana entrañable
pequeñita,
tierna.
La que todos buscan
y algunos encuentran…

Paseo Literario (VIII): José de Espronceda

Espronceda es, junto con Larra, el escritor romántico español más significativo. Es autor de un largo y ambicioso poema, El estudiante de Salamanca, que aborda el tema de don Juan. Su protagonista, don Félix de Montemar, encarna la rebeldía romántica: arquetipo del estudiante vividor y pendenciero, es un ser cruel, impío y homicida que, en una Salamanca nocturna, tópica y tenebrosa ve pasar su propio entierro, se casa con el esqueleto de Elvira, muerta por su abandono, y muere sin contrición. La calle Jesús es la que el vulgo identifica como el lugar en el que Félix de Montemar contempla su propio entierro.


[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]









Toño Blázquez y Blanca González Prieto, al comienzo de la calle Jesús





Fragmento de El estudiante de Salamanca, seleccionado por Mª Victoria Díaz Santiago



Parte primera
Sus fueros, sus bríos,
sus premáticas, su voluntad.
Quijote.- Parte primera.


Era más de media noche,
cuando en sueño y en silencio
lóbrego envuelta la tierra,
los vivos muertos parecen,
los muertos la tumba dejan.
Era la hora en que acaso
temerosas voces suenan
informes, en que se escuchan
tácitas pisadas huecas,
y pavorosas fantasmas
entre las densas tinieblas
vagan, y aúllan los perros
amedrentados al verlas:
En que tal vez la campana
de alguna arruinada iglesia
da misteriosos sonidos
de maldición y anatema,
que los sábados convoca
a las brujas a su fiesta.

Parte segunda

Mourns o'er the beauty of the
Cyclades.
Byron.-
Don Juan, canto 4.
LXXII.


Deslízase el arroyuelo,
fúlgida cinta de plata
al resplandor de la luna,
entre franjas de esmeraldas.
Argentadas chispas brillan
entre las espesas ramas,
y en el seno de las flores
tal vez se aduermen las auras.
Tal vez despiertas susurran,
y al desplegarse sus alas,
mecen el blanco azahar,
mueven la aromosa acacia,
y agitan ramas y flores
y en perfumes se embalsaman:
Tal era pura esta noche,
como aquella en que sus alas
los ángeles desplegaron
sobre la primera llama
que amor encendió en el mundo,
del Edén en la morada.
¡Una mujer! ¿Es acaso
blanca silfa solitaria,
que entre el rayo de la luna
tal vez misteriosa vaga?


El estudiante de Salamanca. Fragmento de la parte cuarta

Rechinan girando las férreas veletas,
crujir de cadenas see escucha sonar,
las altas campanas, por el viento inquietas
pausados sonidos en las torres dan.

Rüido de pasos de gente que viene
a compás marchando con sordo rumor,
y de tiempo en tiempo su marcha detiene,
y rezar parece en confuso son.

Llegó de don Félix luego a los oídos,
y luego cien luces a lo lejos vio,
y luego en hileras largas divididos,
vio que murmurando con lúgubre voz,

Enlutados bultos andando venían;
y luego más cerca con asombro ve,
que un féretro en medio y en hombros traían
y dos cuerpos muertos tendidos en él.

Las luces, la hora, la noche, profundo,
infernal arcano parece encubrir.
Cuando en hondo sueño yace muerto el mundo,
cuando todo anuncia que habrá de morir

Al hombre, que loco la recia tormenta
corrió de la vida, del viento a merced,
cuando una voz triste las horas le cuenta,
y en lodo sus pompas convertidas ve,

Forzoso es que tenga de diamante el alma
quien no sienta el pecho de horror palpitar,
quien como don Félix, con serena calma
ni en Dios ni en el diablo se ponga a pensar.

Así en tardos pasos, todos murmurando,
el lúgubre entierro ya cerca llegó,
y la blanca dama devota rezando,
entrambas rodillas en tierra dobló.

Calado el sombrero y en pie, indiferente
el féretro mira don Félix pasar,
y al paso pregunta con su aire insolente
los nombres de aquellos que al sepulcro van.

Mas ¡cuál su sorpresa, su asombro cuál fuera,
cuando horrorizado con espanto ve
que el uno don Diego de Pastrana era,
y el otro, ¡Dios santo!, y el otro era él…!

Él mismo, su imagen, su misma figura,
su mismo semblante, que él mismo era en fin:
y duda y se palpa y fría pavura
un punto en sus venas sintió discurrir.

Paseo Literario (VII): parada de transición

En esta parada en la Plaza del Poeta Iglesias se leyeron textos que hablaban en general sobre el Paseo o sobre los autores homenajeados. Aquí podéis leer uno de ellos:











Roxana Sánchez Seijas, Luis Gutiérrez Barrio y Benito González




Los libros

Texto original de Montserrat Villar González


El frío de la habitación
más abrigada de la casa
destruye la lógica de este momento.

Por eso los libros tiritan,
evitando con el abanico de sus hojas
el refrigerio de la lectura.

El Quijote
intenta apagar el final de su obra,
y nieva en el paraíso
obligando a cubrirse a
los dos turistas que la habitaban.

Entro,
la luz se enciende,
los libros sufren de parquinson,
la calefacción se rebela.

Salgo corriendo,
la luz se esconde,
los libros se juntan
para evitar que hiele.

Hay algún Torrente
que enciende una hoguera.
Mientras Espronceda
navega en un océano de guerras.

Grita un Unamuno
tratando de convencer de la llegada
de su muerte a un suicida.

Alguien abre la puerta,
quizás una Gaite...
y todos a una, buscando la vida, que es sueño
se acurrucan en mi cama.

Es de noche, la luz se apaga;
cierro los ojos
sudo, sueño,
sueño con un joven Don Juan en mi cama.

Paseo Literario (VI): Gonzalo Torrente Ballester

El autor teatral, crítico y novelista gallego se estableció en Salamanca como profesor de Literatura en 1975, y aquí vivió hasta su muerte en 1999. Querido y respetado en la ciudad, era un asiduo de la plaza Mayor, a cuyas cafeterías acudía para redactar sus escritos. También solía dirigirse a los salmantinos desde el balcón del Ayuntamiento para inaugurar la Feria Municipal del Libro. A edad avanzada le llegan el reconocimiento popular y el Premio Nacional de Literatura, el Príncipe de Asturias y el Cervantes, entre otros.

[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]


Fragmento de Don Juan (cap. 2), seleccionado por Montserrat Villar González

Ejercitarse en sus prerrogativas de arcángel satisfizo, de momento, al Garbanzo, y así se entretuvo en garbearse un rato por las alturas. Pero no fue larga la demora, porque el aire le llevó hacia el barrio aledaño donde tenía su burdel la Celestina, y nada más olfatearlo, se lanzó en picado sobre la casa.
Era tarde, y los fletes se habían retirado, salvo un par de estudiantes agraciados con el amor de otras tantas mancebas que se entretenían con ellas en los últimos deleites. Las demás, congregadas por la voz y el orden de Celestina, rezaban el rosario en la planta baja, abiertas las ventanas como era la costumbre, para que, si alguna ronda o chivato pasaban por la calle, pudieran atestiguar que en aquella casa se honraba a Dios debidamente. Rezaban con voz adormilada, arrastraban Avemarías entre bostezo y bostezo, y alguna se quedaba dormida antes de empezar las letanías, con gran irritación de la Celestina, que exigía los mayores respetos para las cosas de Iglesia.
Estaban en el cuarto Paternoster, cuando sonó un estruendo en la cocina. El ama, molesta, envió a una chica a inquirir lo que pasaba.
-Algo ha caído sobre el fogón– dijo la moza, de vuelta. Está la olla derribada, los leños esparcidos, y la cocina huele a todos los demonios.
-Alguna burla de estudiantes.
La que estaban ocupadas asomaron las narices por las puertas; Celestina las despachó con malos modos, les dijo que en acabado el rezo, cada mochuelo marcharía a su olivo, y cada estudiante a su posada, sin abono del tiempo que perdieran en aquellas curiosidades.
-Y vosotras, a rezar. Cuarto misterio…
Entonces, sucedió que los contornos de las cosas empezaron a doblarse. Las palabras del rezo parecían también de goma y salían lentas y dobladas, los asientos de las sillas se ablandaban y hundía, y el entarimado, como si también fuese de elástica materia, comenzó a parecer que se sumía, pero muy poco a poco; así también el tiempo vacilaba en sus contornos y pasaba más lento. Y después el aire dejó de ser sonoro, y la habitación entera se vaciaba de él, para llenarse de una especie de aires sordo dentro del cual las palabras tenían que arrastrarse, y aun así, solo salía de ellas un susurro.
Hizo, pues, Garbanzo su aparición solemne. Venía embadurnado de hollín hasta los ojos y traía chamuscadas las faldas del hábito. Consistió la solemnidad en filtrarse por la mesa que congregaba a las orantes, surgiendo de abajo arriba; pero como un Bautista: primero, la cabeza, con la que miró alrededor mientras las chicas interrumpían la oración espantadas, con patatuses, gritos y derribo de sillas; luego, el torso y los brazos que hacían aspavientos; por último, lo que quedaba del cuerpo. Quedó sentado sobre la mesa en actitud poco compuesta. Todas se habían desmayado, menos el alma.
-Buenas noches.
Aquella manera de aparecer, aunque nueva para Celestina, si le causaba sorpresa, no le causaba miedo. Se puso en jarras, con el fraile.

martes, 21 de junio de 2011

Paseo Literario (V): Carmen Martín Gaite

Carmen Martín Gaite nació y vivió hasta su época universitaria en la plaza de los Bandos, en una casa hoy desaparecida. Escritora de tono intimista e introspectivo, captó los deseos y traumas de la sociedad española a lo largo de medio siglo. Frente al desesperanzador espectáculo de un mundo solitario e incomunicado, plantea la perentoria necesidad de un interlocutor y reivindica el lenguaje como factor que salva al individuo de su soledad y de sus terrores. Recibió, entre otros premios, el Príncipe de Asturias y el Nacional de las Letras. Retrata a Salamanca en su primera novela, Entre visillos.


[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]







Annie Altamirano, Toño Blázquez, Roxana Sánchez Seijas e Isaura Díaz Figueiredo



Farmacia de guardia
Poema de Carmen Martín Gaite seleccionado por Annie Altamirano


No es Valium ni Orfidal,
no me ha entendido.
Se trata de la fe. Sí: de la fe.
Comprendo que es muy tarde
y no son horas
de andar telefoneando a una
farmacia
con tales quintaesencias.
Lo que yo necesito
para entrar confiada en el vientre
del sueño
es algún específico protector de
la fe.
¿Que le ponga un ejemplo más
concreto?
Pues no sé… Necesito
creerme que este saco
cerrado por la boca
y en cuya superficie
se aprecia la joroba
de envoltorios estáticos
puede volver a abrirse alguna vez
a provocar deseos y sorpresas
bajo la luz del sol y de la luna,
bajo el fervor clemente
de los dioses del mar
¡Oh, volver a sentir lo que era
eso!
Y ni siquiera necesito tanto
¿ya es menos lo que pido?;
simplemente creerme
que un día lo sentí
intempestivamente
cuando más descuidada andaba
de esperarlo,
y supe con certeza
que sí, que se podía,
que un corazón doméstico
cuando al fin se desboca
es porque está latiendo sin
saberlo
desde otro muy cercano.
Ya. Que no tienen nada.
Pues perdone.
Comprendo que es muy tarde
para hacerle perder a usted el
tiempo
con tales quintaesencias.
Ya me lo figuraba.
Buenas noches.



Jaculatoria
Poema de Carmen Martín Gaite seleccionado por Isaura Díaz Figueiredo

No te mueras todavía.
Tu tristeza a mí me salva
lo mismo que tu alegría.
Malva al alba
amarillo al mediodía
y a la noche otra vez malva
No te mueras todavía.

No tienes un color fiel,
te van todos los colores
de la gama..
Ocre si estás en la cama,.
verde si estas en la hiel,
gris acero si cruel,
azul negro en la porfía
y colorado en la llama
de fiesta y de rebeldía.
Que no te cuelguen cartel,
no te mueras todavía.

Echa tus tonos al día,
como a una hoguera y confía,
que lo que arde no se pierde.
Me caliento en tus colores.
Aún te quedan resplandores
de naranja y ya eres verde
con una estría de rojo
y de turquesa otra estría.
Tu confusión es la mía
y en mi espejo la recojo.
No te mueras todavía.

Ni te quedes condenado
solo al blanco y al morado
ni te vuelvas trasparente
tan simple y desustanciado
como te quiere la gente.
Tu engrosa el caldo del día
que aún hay quien oye y quien siente
lo pasado y lo presente.
No te mueras todavía.

Y el tiempo de incertidumbre
arde también en su lumbre
tan exenta de color
que corroe los que había.
No caigas en la costumbre
de inventar vida y amor
Si el almacén se vacía.
A pie quieto en el terror
a solas en la agonía
y aun cuando nada te alumbre.
No te mueras todavía.


Los libros que ahora busco
Poema de Carmen Martín Gaite seleccionado por Annie Altamirano

Necesito poesía.
Ya que no de la que entra sin sentir,
de aquella otra que con sangre entra
y que viene en la letra de los libros,
relegados, mirados con desdén,
cuando salir afuera, adonde fuera,
era abrir una puerta
para que la poesía disuelta por el mundo
en partículas tenues e invisibles
me llenara la casa de colores.

En ese tiempo yo encendía hogueras
Por ver brillar el fuego momentáneo,
por gozar de su luz y su color,
y acaso en una de ellas
quemara indiferente
los libros que ahora busco
en esta tarde rota, deshabitada, gris.

Me acuerdo de sus lomos cenicientos,
nunca los puse en orden,
eran muchos, ¡qué agobio!
Se caían al suelo algunas veces,
tratando de llamarme la atención,
llamaban pertinaces,
como cuando nos ronda
la idea de la muerte,
tropezaba con ellos
y no les hacía caso.

Los libros de poesía que perdí
ahora no los encuentro
en esta tarde rota.
Es su venganza.


Postales desde el mirador
Texto original de Roxana Sánchez Seijas


Te escondes tras los visillos para observar la plaza y aprisionar en un instante- de cámara fotográfica de las de antes- todo lo que acontece en ella.
Si miro alrededor puedo ver algunos hombres montando las casetas para la feria del libro antiguo y de ocasión llenando el aire de martillazos alegres, casi juguetones.
Muchachas con mantilla resignadas, caminan por la acera del palacio de Solís hacia la iglesia del Carmen que las recibe con rostro amable a la vez que serio como demuestra una placa conmemorativa de los caídos en la guerra por Dios y por España- Son estampas de unos años matizadas en sepia y con aroma a naftalina-.
Espero a que aparezcas, asomándote por la ventana de tu amplio mirador con biombo de avestruces o por la puerta gris metal del banco de castilla- para que demos un paseo por el Tormes y me enseñes la ciudad desde la lejanía, pero temo que ya te hayas retirado a tu cuarto de atrás con retahílas en tu mente y conversando con Caperucita, que ya ha regresado de Manhatan. Aun así te seguiré esperando. Cobijándome de la lluvia, bajo mi paraguas azul, ese que me protege en los grises días de tormenta.



Paseo Literario (IV): Santa Teresa de Jesús

Teresa de Cepeda y Ahumada, escritora mística y carmelita, santa y doctora de la Iglesia, reformó su orden a partir de una austeridad y un rigor basados en la experiencia religiosa interior, por lo que tuvo enfrentamientos frecuentes con las autoridades eclesiásticas y civiles. Su escritura comunica de forma directa e ingenua su doctrina y experiencia, haciendo uso de un estilo oral rico en metáforas y en giros populares. Vino a Salamanca a fundar uno de sus conventos (la séptima de sus diecisiete fundaciones) y en esta casa pasó su primera noche en la ciudad, el 31 de octubre de 1570, la “noche de ánimas" o noche de "los miedos", con todas las campanas de Salamanca "doblando a muerto". Aquí se enfrentó a sus miedos y se inspiró para escribir el "Vivo sin vivir en mí". Aquí también vivieron, durante tres o cuatro años, sus carmelitas.


[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]






Blanca Montero, Luis Gutiérrez Barrio, Isaura Díaz Figueiredo y Soledad Sánchez Mulas




Vivo sin vivir en mí

Poema seleccionado por Isaura Díaz Figueiredo


Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para si;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero
“Que muero porque no muero”

Esta divina unión
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mi tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Solo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero
que muero porque no muero.

Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿Qué resta
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero:
que muero porque no muero.


Nada te turbe
Poema seleccionado por Luis Gutiérrez Barrio


Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.


Anda y anda que tu mal espantas
Texto original de Esther Patrocinio Sánchez


Arrastrando las sandalias de cuero por las calles sin asfaltar, llegaste a esta ciudad que llaman Roma la chica. Sin protestar por el cansancio ni el polvo del camino paraste a descansar en la casa de tus hermanas. “Nada te turbe, nada te espante” me repetías y yo apretaba los dientes. Cuatro leguas más decidiste caminar hasta aquella que llaman la Villa Ducal. Los señores te reclamaron, buena mujer, necesitaban de la sabia santa. Sin pausa atendiste su petición para reposar exhausta en la casa del Carmelo. ¿No me daríais, gentes de Alba, un trozo de tierra donde reposar mi cuerpo? – preguntaste entre las fiebres. Te daremos un altar de plata y mármol, te cuidaremos bajo llave y las puertas de esta casa por ti fundada estarán siempre abiertas a tus fieles peregrinos. Allí dejaste tu cuerpo y aquí, en metal transfigurada la esencia de tu alma andariega.


Paseo Literario (III): Miguel de Unamuno

Ensayista, novelista, poeta y dramaturgo, su gigantesca figura intelectual ocupa, junto a Ortega, el primer tercio del siglo XX español. Fue catedrático y rector de la Universidad de Salamanca, ciudad con la que siempre mantuvo una relación muy personal y de la que fue activo concejal progresista. Su obra entraña un debate existencial entre sentimiento y razón, entre el ansia de Dios y de inmortalidad frente a la razón que parece negar ese anhelo. En él, vida y obra se hallan indisolublemente asociadas.


[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]


Fragmento de Por tierras de Portugal y España, seleccionado por Almudena Torres


Sí, amigo, sí, soy y he sido siempre un gran amante de la Naturaleza, en su carácter más verdadero y simple; prefiero cualquier bravío rincón de montaña a los jardines todos de Versalles, sin que esto quiera decir que no me gusten estos jardines. Sí, en tratándose de naturaleza me gusta toda, lo mismo la salvaje y suelta que la doméstica y enjaulada, aunque prefiero aquélla.

En cuanto dispongo de unos días de vacaciones –menos, ¡ay!, muchas veces de los que me harían falta- me echo al campo, a restregar mi vista en frescor de verdura y en aire libre mi pecho.

Para mí no hay paisaje feo. Al llegar acá a Castilla, cuyos campos representan no poca semejanza con lo que nos dicen ser la pampa, me hablaban todos de la tristeza y fealdad –confunden lo triste con lo feo- de esta campiña sin árboles ni arroyos, y me ponderaban la belleza del paisaje de mi tierra vasca. Y les sorprendía el oírme decir que prefiero este paisaje amplio, severo, grave; esta única nota, pero solemne y llena como la de un órgano, a aquella sonata de flauta de tres o cuatro notas verdes, de un verde agrio.

Estos pueblos terrosos, que parecen excrecencias del terreno o esculpidos en él, me dicen más que aquellas casitas blancas, con sus tejados rojos, que se ve han sido puestas por el hombre en aquellos vallecitos verdes. O la montaña bravía, la de los Pirineos o los Picos de Europa, o la llanura. Pero también me gusta recogerme en aquellos mis vallecitos vascos, que atraen y retienen como un nido.



Fragmento de Cómo se hace una novela, seleccionado por Mª Victoria Díaz Santiago


Héteme aquí ante estas blancas páginas -blancas como el negro porvenir: ¡terrible blancura!- buscando retener el tiempo que pasa, fijar el huidero hoy, eternizarme o inmortalizarme en fin, bien que eternidad e inmortalidad no sean una sola y misma cosa. Héteme aquí ante estas páginas blancas, mi porvenir, tratando de derramar mi vida a fin de continuar viviendo, de darme la vida, de arrancarme a la muerte de cada instante. Trato, a la vez, de consolarme de mi destierro, del destierro de mi eternidad, de este destierro al que quiero llamar mi des-cielo. [...] Y veo ponerse el sol, ahora a principios de junio, sobre la estribación del Jaizquibel, encima del fuerte de Guadalupe, donde estuvo preso el pobre general don Dámaso Berenguer, el de las incertidumbres. Y al pie del Jaizquibel me tienta a diario la ciudad de Fuenterrabía -oleografía en la tapa de España- con las ruinas cubiertas de yedra, del castillo del Emperador Carlos I, el hijo de la Loca de Castilla y del Hermoso de Borgoña, el primer Habsburgo de España, con quien nos entró -fue la Contra Reforma- la tragedia en que aún vivimos. ¡Pobre príncipe Don Juan, el ex-futuro Don Juan III, con quien se extinguió la posibilidad de una dinastía española, castiza de verdad!


El cuerpo canta, poema de Miguel de Unamuno seleccionado por Blanca González Prieto

El cuerpo canta;
la sangre aúlla;
la tierra charla;
la mar murmura;
el cielo calla
y el hombre escucha.

















Natividad Gómez Bautista, Sofía Montero, Pepita Sánchez Sousa, Soledad Sánchez Mulas, Almudena Torres y Benito González













Búsqueda

Texto original de Pepita Sánchez Sousa


Paseaba don Miguel a grandes zancadas por el patio dominico; sus manos en la espalda y su cabeza baja prendida en profunda meditación.
Alzó su mirada al Cielo preguntando: ¿Dónde te escondes, Señor, que te busco y no te encuentro?...
Volvió a su posición favorita de tenaz pensador, envolviéndose en su mundo de búsqueda afanosa.
Sintió los labios secos; una sed ardiente que le atrajo al pozo. Miró el agua y solo vio el cielo reflejado en ella.
Sus labios se movieron en una petición:
Dame de tu agua viva, Señor, para que yo entienda tu respuesta.


Sed de existencia

Texto original de Sofía Montero García


Racimo de versos con olor a eternidad
se hacen eco en nuestra historia.
Realidad, espejo de la mente,
dialoga en el recinto del tiempo.
Vestida con fragmentos cotidianos
miente silencios a la vida,
adivina la verdad irrepetible.
Como un tronco que dialoga entre las ramas
razona la existencia:
eterna en el sentir,
amante del dolor en nuestra mente
que sueña en las huellas del tiempo.


Soliloquio con don Miguel
Texto original de Natividad Gómez Bautista


Aquí me tiene, por primera vez frente a usted, envuelta en esa mirada suya tan fría que hipnotiza. Su frente altiva y despejada me hace pensar en la rectitud. En esa búsqueda de la verdad que siempre le acompañó y que tantas veces le hizo torcer las fauces hacía los que le llevaban la contraria. ¡Cuánto desconsuelo y cuánta soledad debió de acarrearle esa convicción suya! ¿O era más bien obsesión? Creer que “la vida es la verdad” puede traerle a uno muchas complicaciones, usted bien debe saberlo a estas alturas, pero creer que “la verdad es la vida” ya le digo yo que le vuelve a uno loco. Sobre todo en estos tiempos en que la verdad nos habla cada vez más de muerte, de injusticia, de egoísmos y entonces...
¿Dónde está el consuelo, don Miguel?
¿Dónde la fuerza para continuar?
¿No me dice nada, don Miguel? Usted, cuya fuerza eran las palabras ¿se ha quedado mudo?

Aquí estoy frente a usted, frente a esos ojos suyos que me escudriñan sin parpadear. Que me devuelven una mirada fría pero a la vez tan líquida que reblandece el bronce, lo deforma y lo dota de movimiento y de vida.

Su gesto duro se dulcifica. Las comisuras de sus labios finos y apretados se distienden y esbozan una casi imperceptible sonrisa. Y con un guiño cómplice por fin me habla:
Busca... Busca la verdad... Es lo único que puede salvarte.

Tonterías, una estatua no puede hablarte, me digo, y dando la espalda a don Miguel salgo de la sala pensando en la rica cerveza que me voy a tomar.


Pinceladas a Unamuno
Texto original de Blanca González Prieto


He visto a Don Miguel
de color verde,
con la esperanza abierta
y un reposado gesto
transmitiendo
un espíritu de sensaciones equilibradas.

He visto a Don Miguel de color azul,
en pleno recogimiento
buscando lo verdadero;
y en la vanidad de ser y estar,
sonriendo al álamo
a través de los espacios
de una existencia infinita.

Don Miguel…
que detrás de sus circulares lentes
tenía la mirada suspendida
sobre una lágrima de Andrómeda
antes de que Cetus
destruyera los bordes
donde se asentaba su tierra.

Se abre la mañana
rosa y femenina
a una ciudad de ensueño.
Con los dedos
despliega
una de sus pajaritas de papel
que ha sido desvertebrada por el aliento de la noche.
La escarcha geométricamente la divide
en un paisaje desolador de color gris
y, soberbia,
la mano de la muerte acecha.

Lanzas otra pajarita
recordando tu infancia...
después de dar unos giros en el aire
viene a caer sobre la mesa
donde reposan tus gastadas manos
de tantas letras derramadas
en compañía
de aquella lámpara que,
bien trazada la noche,
alargando su mano
cerraba tus ojos...

Paseo Literario (II): Pedro Calderón de la Barca

Pedro Calderón de la Barca fue el mejor dramaturgo del barroco español y el más popular en su época. Estudió en Salamanca entre 1617 y 1619 y vivió en la calle Ancha, en una casa contigua a la iglesia de La Purísima. Fue el típico estudiante pendenciero y mal pagador (tuvo pleitos que acabaron en embargo, prisión e, incluso, excomunión), pero consigue el título de bachiller en Cánones. Tras esa juventud turbulenta, se dedica por completo al teatro, pasando de los corrales de comedias a encargarse del teatro de Palacio al morir Lope de Vega. Su obra supone la culminación técnica, artística y escenográfica del teatro del Siglo de Oro. Es autor de 120 comedias y 80 autos, aparte de entremeses, zarzuelas, loas y obras menores.


[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]


Fragmento de la jornada segunda de La vida es sueño, seleccionado por Mª Victoria Díaz Santiago

Salen músicos cantando, y criados dando de vestir a Segismundo, que sale como asombrado


SEGISMUNDO. ¡Válgame el cielo, qué veo!
¡Válgame el cielo qué miro!
Con poco espanto lo admiro,
con mucha duda lo creo.
¿Yo en palacios suntuosos?
¿Yo entre telas y brocados?
¿Yo cercado de crïados
tan lucidos y brïosos?
¿Yo despertar de dormir
en lecho tan excelente?
¿Yo en medio de tanta gente
que me sirva de vestir?
Decir que es sueño es engaño;
bien sé que despierto estoy.
¿Yo Segismundo no soy?
Dadme, cielos, desengaño.
Decidme: ¿qué pudo ser
esto que a mi fantasía
sucedió mientras dormía,
que aquí me he llegado a ver?
Pero sea lo que fuere,
¿quién me mete en discurrir?
Dejarme quiero servir,
y venga lo que viniere.
CRIADO 2.¡Qué melancólico está!
CRIADO 1. Pues ¿a quién le sucediera esto, que no lo estuviera?
CLARÍN. A mí.
CRIADO 2. Llega a hablarle ya.
CRIADO 1.¿Volverán a cantar?
SEGISMUNDO.No,
no quiero que canten más.












Luis Gutiérrez Barrio, José Mª Sánchez Terrones y Toño Blázquez







A don Pedro Calderón de la Barca. Texto de Toño Blázquez


Tuvo en oro y gran fortuna
una rica vida, brillante y osada
de aventuras plena y no callada
de la larga vejez hasta la cuna.

De 1600 la Corte, de damas y espada fina,
de pendencieros ajustes y luces de bambalinas,
Calderón triunfó comedias de las llamadas divinas
y levantó con aplausos del teatro la cortina.

Amor, honor y poder, La dama duende,
Felipe IV le dio larga vida a su talento;
Alcalde de Zalamea, su mundo no fue pequeño.

Ladrón de amores, clérigo y homicida depende,
dramaturgo de ley, cínico sin cuento
que nunca duerme aunque La vida es sueño.



Paseo Literario (I): presentación

El 17 de junio de 2011 tuvo lugar un Paseo Literario en el que participaron veinte miembros de SLC. En esta entrada y las siguientes se incluirán todos los textos previstos para el recorrido (aunque hubo cambios de última hora), seleccionados o creados por los participantes para esta ocasión.












Presentación


Bienvenidos a este Paseo Literario por Salamanca en el que recorreremos algunos de los lugares que habitaron escritores ilustres ligados a esta ciudad, o espacios en los que situaron sus hechos literarios, o algunas de las esculturas erigidas en su recuerdo.

Veinte miembros del proyecto Salamanca Letra Contemporánea, puesto en marcha por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura en noviembre de 2007, hemos sido los encargados de seleccionar escritos de los autores ligados a la ciudad o de crear textos propios para que todos los disfrutemos en este Paseo, invitándoles así a redescubir Salamanca a través de la Literatura. En cada una de las paradas se leerá al menos un texto del autor relacionado con ese lugar y otro u otros textos creados por los participantes para homenajear a nuestros autores favoritos o recordar sus obras. El esfuerzo creativo de los miembros de Salamanca Letra Contemporánea se pone de manifiesto, en esta ocasión, con las calles de la ciudad como escenario.

Además, pretendemos que el Paseo sea también un homenaje a nuestra lengua, como antesala al Día E, la fiesta de todos los que hablamos español, que se celebrará mañana, 18 de junio, en los cinco continentes, por iniciativa del Instituto Cervantes.

Los participantes, por orden de intervención, somos: Toño Blázquez, Luis Gutiérrez Barrio, Benito González, Almudena Torres Calles de Pedro, Josefa Sánchez Sousa, Blanca González Prieto, Sofía Montero García, Natividad Gómez Bautista, Soledad Sánchez Mulas, Isaura Díaz Figueiredo, Blanca Montero, Annie Altamirano, Roxana Sánchez Seijas, José María Sánchez Terrones, Carlos Blanco Sánchez, Elena Villarroel, José M. García, Antonio Alonso García, Maribel Domínguez Real y Matilde Garzón Ruipérez. Además, se leerán textos de varios compañeros que no pueden estar aquí hoy: Esther Patrocinio, Armando Manrique Cerrato, Mª Victoria Díaz Santiago, Montserrat Villar y Lorena Escudero.

Hemos tomado la idea general para el Paseo Literario del cuadernillo desarrollado por Alberto Martín y José Antonio Sánchez Paso y publicado por el Consorcio Salamanca 2002.

Comenzamos homenajeando a Pedro Calderón de la Barca, con la mirada en el solar de la calle Ancha que ocupa hoy aquella casa que hace esquina…

viernes, 17 de junio de 2011

Proyecto "Cuerpo de Poesía", de Mauricio Polina Cano

Mauricio Polina envía desde México información sobre su nuevo proyecto, Cuerpo de Poesía, y un poema. Gracias, Mauricio.

Cuerpo de Poesía. Argumentos de la exposición

Van siempre de la mano, se ven fijamente a los ojos, en ocasiones se ignorarán, otras veces se consuelan, están siempre presentes en los instantes más sensibles, en las tempestades más iracundas.
De esta forma es el cuerpo y la poesía. Elementos -que parecieran ajenos- pero que comparten las letras, las emociones, los espacios en blanco. La página vacía, y la decepción por el amor olvidado. Un cómplice para la poesía es el cuerpo, el aliado para formar argumentos y salir en búsqueda de la vida dormida, y despertarla.
Cuerpo de Poesía se trata de una exposición que amalgama al cuerpo humano, y lo hace verso a través de la poética. Líneas muy bien determinadas para expresar un claro mensaje en algunas ocaciones, una luz en el anonimato del iris ciego en otros versos, para que el lector realice su propia concepción del mismo.
Ante un presente abrumador, desolador, sistemático y perenne, Cuerpo de poesía busca encontrarle un sentido literario a la anatomía humana. Templo de grandes retos, esperanzas, ensoñaciones.
Con la convicción de que por sí mismo el cuerpo humano es poesía, se desa agregar un valor simbólico por medio de la foto, de tal forma que se tengan dos polos: el texto -lo poético, el manejo de las metáforas- y, por otro lado, la fotografía, extremo que ilustra la escena, invita a imaginar un poco más, a adicionarle elementos a la imagen propuesta.
Con un lenguaje claro en imágenes se quiere llegar al público sensible, al interesado en las Bellas Artes, especialmente en la poesía y en fotografía; pero no solo a ellos, es una exhibición para todos los seres, para que se detengan un poco en su andar y escuchen a su cuerpo.
El lenguaje del organismo se ve iluminado con esta presentación, alegorías delineadas, pisadas de voluntad, y un ir y venir de ideas que se verán clarificadas al participar de esta propuesta.
¿Qué más cercano al cuerpo que la poesía para comunicar algo? Tristeza, enojo, resignación, cólera, felicidad, abatimiento, insatisfacción. Una imagen, un verso y la propia interpretación del visitante será el eslabón perfecto para el presente.

***

AMAZONAS CON CARA DE MUJER







Modelo: Marcela Torres
Fotografía y texto: Mauricio Polina Cano



Me pierdo en tus aguas, no hay soledad,
Y me envuelves en tus laberintos que no me dejan ver claro,
el día que me das la puñalada con los ojos cerrados.
Tu espuma me debilita, ya no sé quién soy,
si el día es luz, y la noche es cruda.
Eres el Amazonas, me devoras con tus labios,
con tus senos de esqueleto juvenil.
Arrojas tu sensualidad, le das forma de mujer,
y te trepas hasta en los pensamientos más íntimos,
de eso que no hablas. La noche sólo escucha tu verso.
No me puedo ni mover con tus caderas que me desvían la nostalgia,
tus olas me desgarran las manos para salvar mi esquina viviente.
Eres el Amazonas en proporción, me voy a tu centímetro, y me conviertes el metro carnal,
en deseo,
en carne precoz.
Hablas y me ahogas.
No me entiendo.
Eres el Amazonas,
me pierdo en tus vertientes.
El río sigue siendo mi voz cuando te habla.
Ya no puedo más, me has clavado el oxigeno envenenado,
y ya no respiro,
Ahora me encuentro en tu cuerpo, y no sé cómo salir de él.
¡Eres el Amazonas con cara de placer!,
de seducción,
de quiero, y no te puedo dejar
¡Amazonas con cara de mujer!


Presentación del libro "Por eso escribo, por eso", de Pepita Sánchez Sousa

El martes 14 de junio tuvo lugar, en el Casino de Salamanca, la presentación del libro de Pepita, gracias a la iniciativa de la Asociación Cultural PentaDrama.
Acompañaron a Pepita Montse Villar, presidenta de la Asociación, y Antonio Sánchez Zamarreño, poeta y profesor titular de Literatura Española de la USAL, que es el autor del prólogo.

Las fotos son de Benito González, que las ha enviado amablemente para incluir en esta entrada.
































¡Enhorabuena, Pepita!



Estos son los textos de la solapa y la contraportada:

Josefa Sánchez Sousa nace en Alberguería de Argañán (Salamanca) en 1922.
Buscadora de belleza en las facetas de la moda, el dibujo, la pintura y la escritura (una de sus más fuertes pasiones). Afirma que también en la basura se pueden encontrar diamantes y que ella siempre ha buscado lo más hermoso que, incluso, está en lo que escuece, porque estamos vivos.
Participa desde hace muchos años, todos los jueves, en la tertulia de Atril y es contertulia de programas de radio en Radio Oasis. Es miembro de Salamanca Letra Contemporánea y de la Asociación Cultural PentaDrama, grupos con los que ha realizado diferentes recitales de poesía.
Ha publicado en obras conjuntas (Paseo Poético 2009, 2010, 2011 y varios números de Letra Contemporánea). En 2011 ha recitado en el Cielo de Salamanca. Además, como pintora, ha llevado a cabo exposiciones de pintura en diversos lugares, entre ellos, el Casino de Salamanca.

***

Querido papel:
Tú que no te quejas, que todo lo soportas, sabes que no sé escribir y me gusta hacerlo. Decir cosas que quieren huir de mi cabeza al vacío de la nada. Disfruto intentando saltar la barrera del silencio persiguiendo lo impalpable, el pensamiento, que se deshace en volutas al transmitírtelo en sencillos palotes, repletos de errores gramaticales. Sé que si tú pudieras me dirías: ¿y tú que quieres, viejita presumida, a tus 89 primaveras?
Aún así, me gusta escribir encerrada en mi mundo, descubriéndome. Vivir de mis recuerdos con placer, o menos que esto, es el blanquinegro de mi vida. El gran regalo que Dios me hizo, cargado de matices, sin perfiles ni relieves.
Por todo esto escribo. Sencillamente como soy yo. Sin pretender grandes cosas que nunca podría alcanzar.
Por eso escribo, por eso...

miércoles, 15 de junio de 2011

"Memoria y esperanza", de Matilde Garzón Ruipérez


Matilde Garzón Ruipérez envía varios textos sobre su publicación más reciente, Memoria y esperanza.

Copio aquí la información de la solapa y la contraportada:

Matilde Garzón Ruipérez nació en Peñaranda de Bracamonte el año 1926. Cursó los estudios de Bachillerato en el Instituto "Lucía de Medrano" de Salamanca y la carrera de Filología Clásica en la Facultad de Filosofía y Letras de su Universidad, donde trabajó varios años como Profesora Adjunta interina. Al no convocarse oposiciones durante un largo periodo de tiempo, se entregó a tareas sociales en Bilbao y Gerona. Después fue catedrática de Latín de Enseñanza Media en varios Institutos de España. En esta tarea se ha caracterizado por sus esfuerzos incansables para lograr la participación de toda la comunidad educativa en la formación integral de los alumnos y por su dedicación a trabajos de investigación, innovación pedagógica y formación del profesorado. En Madrid, con otras tres catedráticas de Latín, se comprometió en un trabajo de innovación en varios Institutos, que cristalizó en la publicación del libro Raíces de la lengua y cultura hispánica.Ya jubilada regresó a Salamanca y en el CEP formó parte del Seminario de Latín “Vettonia”, que realizó un proyecto de innovación titulado Los Vettones: Yecla de Yeltes.
Actualmente participa en varias asociaciones ciudadanas. Memoria y Esperanza son unos recuerdos de su pasado, marcado por el sufrimiento de la guerra civil, la represión franquista y sus secuelas, pero también por la ilusión esperanzada, su inalterable divisa en la vida.
En estos recuerdos, la autora intenta aportar su contribución personal para recuperar la memoria reprimida tras la amnesia obligada de setenta años.
Cree que está por hacer una historia del “pueblo”, una compilación orgánica de relatos escritos y orales de las personas que, en carne viva, experimentaron las consecuencias de los acontecimientos dolorosos de la Guerra Civil y la Dictadura. Es necesario recuperar historias locales porque, como dice Carmen Martín Gaite, “las historias componen la Historia”.
Tras un capítulo en el que evoca los felices años de su infancia, que precedieron a la sublevación militar del 36, se adentra en las experiencias de la represión sufrida por toda su familia y de la tremenda lucha por seguir adelante en medio de tantas circunstancias adversas.
En el relato de su trayectoria vital son fundamentales su Fe y el ejemplo de sus padres, que, a pesar de tanto sufrimiento, le dejaron la inapreciable herencia de su grandeza de espíritu. Ambos sostuvieron la antorcha que la ha guiado siempre hacia la libertad y la esperanza contra los vientos y mareas del conformismo.

miércoles, 8 de junio de 2011

Textos sobre la exposición ¡Esto es la guerra! Robert Capa en acción




El 30 de marzo de 2011 visitamos la exposición de fotografías de Robert Capa y Gerda Taro en la Sala de la Hospedería Fonseca.
La muestra reflejaba la visión de estos dos artistas sobre los conflictos de su época, especialmente de la Guerra Civil española, donde Taro perdería la vida convirtiéndose en mártir de la lucha antifascista.
La enorme fuerza del fotoperiodismo de Capa reside en su compasión hacia el drama y la emoción de los acontecimientos humanos, junto con su extraordinaria capacidad para reconocer los acontecimientos importantes de la época. Las fotografías de Gerda Taro destacan por la “combinación de valentía y sensibilidad para fotografiar la guerra y sus efectos sobre la población civil”.

A continuación, algunos de los textos que suscitaron estas imágenes.


Bélico, por Josefa Sánchez Sousa

Cesó el tableteo de las ametralladoras, los soldados descansaban del -cuerpo a cuerpo-, los frentes estaban tan cerca que podían hablar de parte a parte.
El aire trajo un aroma a tabaco que despertó las ansias de nicotina en Alonso -fumador recalcitrante- que alzó la voz sin pensarlo:
- ¡Rojo, rojo, el del tabaco!
- ¡Qué pasa!
- ¡Un pitillo por el cacho!
- ¿Qué es eso?
- Chorizo del bueno, de Salamanca.
- ¡Hecho! ¿Y cómo?..
- En el punto de mira y bajo palabra de honor. Sin armas.
- De acuerdo, en el punto de mira y bajo palabra de honor en “Peña Negra”. Sin armas.

El heno deja dos huellas en movimiento reptando hasta encontrarse.
Se dan la mano, se abrazan y un “Nosotros no tenemos culpa, los que la tienen están durmiendo tan a gustito”.
- Yo soy Froilán Lastra Sánchez
- Y yo Francisco Alarcón Sousa
- Oye, ahí hay un chico que tiene tus mismos apellidos.
- Cómo se llama?
- Andrés
- Yo tengo un hermano que se llama así y no sabemos nada de él. Pregúntale que si tiene un hermano que se llama Fróilan. Si es así, mándamelo, que a lo peor no nos veremos más. ¡Adiós amigo!
- Adiós y suerte.
Los minutos se hacen largos y solo han pasado siete cuando el heno anuncia que alguien repta hacia “Peña Negra” y dos corazones se quieren salir del pecho.
Se abrazan tan fuerte que las lágrimas corren por el mismo cauce sin soltarse y en silencio.
Las palabras brotan con fuerza.
- ¿Y la madre y el padre?
- El padre llorando en la huerta y la madre muriendo en la casa desde lo de José.
- ¿Qué le pasó al José, que le pasó al José?
- En Belchite, fue en Belchite ¡Puta guerra, puta guerra!
Con los dientes apretados dice:
- Dispara hacia arriba. Si tenemos que morir que nos mate otro.
El heno marca dos líneas reptando cada vez más lejos, más lejos, más lejos...


La mirada de Cappa, por Natividad Gómez Bautista

La mirada de Cappa
es grito

atrapado en un instante.

Es coágulo

atravesado en la garganta.

Es niebla

emboscando cuerpos.

Es miedo

pegajoso y perpetuo.

La mirada de Cappa
es ávida,
voyeur
ajeno
de una carne herida.
Es tierra
hollada de muerte
anticipada.
Es mariposa furtiva

libando sangre.


¡Esto es la guerra!, por Luis Gutiérrez Barrio

Miedo, hambre y miseria.
Bombas, locura y desafío
lágrimas, tristeza y tragedia.
Rabia, odio, ira y frío.
Barbarie, horror e impotencia.
Lluvia, muerte y vacío
Ruinas, destrucción y violencia


Sus ojos infantiles reflejan miedo, hambre y miseria. Su madre, tal vez su abuela -pues la desesperación ha hecho tal mella en su rostro que es imposible adivinar su edad- la protege en su regazo, ¡inútil refugio para la balas!

Al otro lado de la calle, unos chicos, menos conscientes de la tragedia que se esta fraguando a su alrededor, han hecho un columpio con las vigas de una casa de adobe destrozada por las bombas, y juegan animosamente.

Por la carretera, una familia, privada de hombres jóvenes, huye sin rumbo, con la mirada perdida en un horizonte de esperanza al que aspiran llegar antes de que sea demasiado tarde.

Una mujer de edad indeterminada tira de un carrito cargado de fardeles en los que guarda, como verdadero tesoro, los pocos recuerdos que la barbarie le ha permitido conservar. En sus brazos, una niña de dos o tres años, con enormes ojos de mirada perdida, pide un trozo de pan y una cuna donde descansar.

Detrás de la mujer, un anciano, con los restos de un cigarro entre sus labios, camina con la mirada fija en el suelo, impotente, con rabia contenida por no poder hacer nada para calmar el hambre y la miseria que día a día se van apoderando de los suyos.

Siguiendo sus pasos, un famélico burro carga con las pobres pertenencias que han podido salvar de su destruida vivienda, camina impulsado por una extraña fuerza, cabizbajo, diríase que va pensando en la locura del género humano, que, teniéndolo todo, mata por arrebatar las migajas de su vecino.

A pocos kilómetros de allí, unos hombres, casi niños, con las cartucheras repletas de munición y con los fusiles en alto, gritan extrañas consignas animando a la exterminación de “los otros”, mientras ríen con cara de bobalicones, ajenos a la realidad que están destruyendo.


Gotas de vida, por Sofía Montero García

[Fotografía: Muerte de un miliciano, frente de Córdoba. España, septiembre 1936]


Conflicto en la mirada,
en el vaivén del tiempo,
despierta el pasado.
Vida y muerte
compiten en lo eterno
para esculpir la imagen
de una voz insonora.
Baúl de pensamientos
gritan con la historia,
muertos en la quietud de la sombra
herida por la piel del gesto.



Una pose muy particular, por José M. García

La batalla del Río Segre es más “bonita” en formato panorámico. La verdad construida es más belicosa que la propia contienda. Simulacro de realidad; realidad virtual antes de que apareciera la ILM. Cultura de la información, cultura de la creación artística. Rompecabezas beligerante; composición en papel impreso = acción social de las masas de la población civil. Mundo Contemporáneo.
El Miliciano de Cerro Muriano murió realmente, independientemente de qué fuera lo que pasara. Muertes de pose; muertes de interés periodístico; muertes para contar la Muerte. Ficción creada para crear la realidad. Nunca sabremos la verdad porque nos negamos a admitir que, la verdad, es la que aparece en los periódicos.
Joris Ivens marca la pauta; la realidad en movimiento tiene prioridad sobre la realidad destinada al estatismo de los medios impresos. Trenes blindados y caras de soldados-niños blindados. Castillos en movimiento estático. Realidad de realidades: maniobras por batallas. Belleza infinita de un blanco y negro que, retrata a la raza amarilla con una infinita gama de grises. Me acuerdo de Bertolucci y El último Emperador.
Gracias por convertir en más real la realidad, por usar mal una secadora. Gracias por la realidad casual. Todo es borroso y claro. El sufrimiento semientrevisto es más atractivo que el sufrimiento sin más. Sufrimiento, atracción y fotoperiodismo.
Una ventana abierta no es solo una ventana abierta si, en ella, está la cámara del fotógrafo para mostrarnos el hilo de sangre, que tiende a convertirse en charco del soldado abatido, desde el otro lado. Violencia de pose y violencia violenta. Nunca sabremos qué es más antibelicista, si un soldado cayendo muerto, un soldado caído muerto, o la composición de un plano con los restos de la batalla, con el transcurso de la batalla.
Batallas y batallar. Mujeres y hombres que descansan y bailan y olvidan las atrocidades del frente en la retaguardia. Cultura en guerra. ¿Nos decantamos por una Leica o por una Rolifkex? Hay que dejar constancia de que tomamos el Brunete y de los desastres de la Guerra; de la guerra.
Al exilio se camina con la serenidad resignada de la dignidad; de la amargura contenida y de la esperanza en el regreso. ¿Regreso? ¿A qué Patria? La patria de “Pasionaria” ya no existe. Ya solo nos queda escribir Los cipreses creen en Dios y reflexionar. Y esperar. Esperar que no haya que pedir, en el rezo de las escuelas, la bendición para el Caudillo, el Führer, el Duce, y el Emperador del Japón. Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero: en las cámaras de Robert Capa y Gerda Taro.



Foto de guerra, por Annie Altamirano

Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.
El herido
Miguel Hernández

Menos tu vientre, todo es oscuro
Miguel Hernández

What’s so civil about a war, anyway?
Civil War, Guns n’ Roses

Son tiempos de tinieblas.

En los dos extremos del fusil,
a ras de tierra,
la vida empuja,
la muerte arrecia

Quién sabe qué historias
cargan las mochilas:
futuros perdidos
que los muertos soñaron
yacen como equipo usado
al costado del camino

Todo es blanco y negro,
separados en vida por el odio
unidos para siempre en la muerte.
El campo de batalla
es rojo, barro y desesperación

En otro sitio,
lejos de la pesadilla,
de traje y corbata
otros velan sus armas:
acciones políticas,
mueven los hilos de la destrucción
y el hambre,

En el telediario,
al ritmo del Dow Jones,
las marionetas caen,
solo un número más
en la cuenta del horror

Son tiempos de tinieblas


Reflexión entre raíles, por Blanca González Prieto

Desposeído el ángel
arropó
con su negra capa al azuloso cielo
asfixiándolo,
y en su congoja desplazó a la razón de su letargia,
cayendo como un torrente
invirtiendo la posición de los verbos
cuando reverdecían de su dolencia.
Huyó por el vientre del raíl
dejando su cansado gesto...


La vida transida
de opacidad circunfleja transcurría...
Pero el vórtice atribulado maniató la luz del camino.
Nadie ganó... todos murieron
y un poco más,
los muertos de aquellos hijos que no llegaron.


Las batallas van haciendo estadísticas
de territorios... hombres...
Después todo se ciega...


La conciencia para la que no existen mordazas
abruma a una lágrima amalgamada
en el gaznate de la barbarie.


Maniatada es la condolencia del hecho,
y tardío el sentimiento,
cuando un hilo escurridizo
se lleva la vida...


En el manantial perdido, por Benito González


Abandoné el pensamiento
en la tela de araña
de la imagen plasmada de tu mirada,
borrando en la arena
las huellas de la encarnizada noche.

Y me alejé… de mi dulce amanecer
buscando tu leve sonrisa
en las balas que aún flotan en el
manantial perdido
de todas las malditas guerras.


Day D. Robert Capa. Fotos sobre España, por Mª Victoria Díaz Santiago

Parte 1. Entre visillos

“En medio de la plaza tocaba una banda. Las rachas de música estridente a veces se apagaban en susurros y cubiertas por el ronquido de unos autobuses naranja que salían de debajo del Ayuntamiento cada cuarto de hora, despejando la gente aglomerada, envolviéndola en el humo de su cola negra” (Entre visillos, Carmen Martín Gaite).


Naranja y cola negra. Así era el perro de Luisillo que se paseaba por entre las mesas olisqueando el suelo para encontrar restos de dulces y golosinas. Luisillo saboreaba un caramelo de algodón y alzaba la mano para apartarse de la nariz el caramelo rosa que se le pegaba, mientras sostenía del hilo grueso enrollado del dedo índice, un globo blanco en forma de paloma. Luisillo era un niño corriente que gustaba de corretear detrás de las mariposas en los recreos, buscar los nidos de los pájaros en la primavera y de comerse la leche condensada y el queso que le daban las maestras a la hora de la merienda en la escuela. Don Uben le había preguntado las cuentas ese día. Trabados de la mano con una cuerda, las niñas sacudiendo la coleta en la coronilla rematada con un lazo verde, daban vueltas a las latas con agujeros, llenas de brasas, para calentarse por la mañana en la escuela. Mientras Luisillo saboreaba el caramelo de algodón, su madre hojeaba una revista con la foto de la famosa Marina Vlady. Luisillo soñaba con la caramelera. Su hermana Clara, con subirse a los torreones para coger las hojas de las moreras.

Parte 2. Jardines del Visir

“SEMPRONIO.- ¡Qué espacio lleva la barbuda! ¿Menos sosiego traían sus pies a la venida! A dineros pagados, brazos quebrados. ¡Ce, señora Celestina, poco has aguijado!” (La Celestina, Fernando de Rojas, acto III.


Calixto. Madera seca. Ardiendo. La gracia, sin tacha, la seguiré donde quiera que estuviere.

Celestina. “Tanto miedo me tenéis. ¡Pues no deberían vuesas mercedes! Una es una vieja tal cual Dios la hizo. Sin felicidad. Sin pena”.

La fortuna hará que excuse mis faltas, se dice Calixto. Los lirios blancos del valle me harán salir del laberinto de la duda. Exilio. Melibea me espera sin avaricia ni cortedad, sin lágrimas, sin melancolía de alegrías. Los temores, los pesares darán por buenos mis merecimientos desde que el anhelo se ha marchado. Las sombras habitan en la oscuridad, y yo habitaré el infierno gustoso si las palabras se deleitan en los brillantes lirios blancos que crecen en su espacio.