Teresa de Cepeda y Ahumada, escritora mística y carmelita, santa y doctora de la Iglesia, reformó su orden a partir de una austeridad y un rigor basados en la experiencia religiosa interior, por lo que tuvo enfrentamientos frecuentes con las autoridades eclesiásticas y civiles. Su escritura comunica de forma directa e ingenua su doctrina y experiencia, haciendo uso de un estilo oral rico en metáforas y en giros populares. Vino a Salamanca a fundar uno de sus conventos (la séptima de sus diecisiete fundaciones) y en esta casa pasó su primera noche en la ciudad, el 31 de octubre de 1570, la “noche de ánimas" o noche de "los miedos", con todas las campanas de Salamanca "doblando a muerto". Aquí se enfrentó a sus miedos y se inspiró para escribir el "Vivo sin vivir en mí". Aquí también vivieron, durante tres o cuatro años, sus carmelitas.
[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]
Blanca Montero, Luis Gutiérrez Barrio, Isaura Díaz Figueiredo y Soledad Sánchez Mulas
Vivo sin vivir en mí
Poema seleccionado por Isaura Díaz Figueiredo
Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para si;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero
“Que muero porque no muero”
Esta divina unión
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mi tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Solo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero
que muero porque no muero.
Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿Qué resta
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero:
que muero porque no muero.
Nada te turbe
Poema seleccionado por Luis Gutiérrez Barrio
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.
Anda y anda que tu mal espantas
Texto original de Esther Patrocinio Sánchez
Arrastrando las sandalias de cuero por las calles sin asfaltar, llegaste a esta ciudad que llaman Roma la chica. Sin protestar por el cansancio ni el polvo del camino paraste a descansar en la casa de tus hermanas. “Nada te turbe, nada te espante” me repetías y yo apretaba los dientes. Cuatro leguas más decidiste caminar hasta aquella que llaman la Villa Ducal. Los señores te reclamaron, buena mujer, necesitaban de la sabia santa. Sin pausa atendiste su petición para reposar exhausta en la casa del Carmelo. ¿No me daríais, gentes de Alba, un trozo de tierra donde reposar mi cuerpo? – preguntaste entre las fiebres. Te daremos un altar de plata y mármol, te cuidaremos bajo llave y las puertas de esta casa por ti fundada estarán siempre abiertas a tus fieles peregrinos. Allí dejaste tu cuerpo y aquí, en metal transfigurada la esencia de tu alma andariega.
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