martes, 21 de junio de 2011

Paseo Literario (V): Carmen Martín Gaite

Carmen Martín Gaite nació y vivió hasta su época universitaria en la plaza de los Bandos, en una casa hoy desaparecida. Escritora de tono intimista e introspectivo, captó los deseos y traumas de la sociedad española a lo largo de medio siglo. Frente al desesperanzador espectáculo de un mundo solitario e incomunicado, plantea la perentoria necesidad de un interlocutor y reivindica el lenguaje como factor que salva al individuo de su soledad y de sus terrores. Recibió, entre otros premios, el Príncipe de Asturias y el Nacional de las Letras. Retrata a Salamanca en su primera novela, Entre visillos.


[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]







Annie Altamirano, Toño Blázquez, Roxana Sánchez Seijas e Isaura Díaz Figueiredo



Farmacia de guardia
Poema de Carmen Martín Gaite seleccionado por Annie Altamirano


No es Valium ni Orfidal,
no me ha entendido.
Se trata de la fe. Sí: de la fe.
Comprendo que es muy tarde
y no son horas
de andar telefoneando a una
farmacia
con tales quintaesencias.
Lo que yo necesito
para entrar confiada en el vientre
del sueño
es algún específico protector de
la fe.
¿Que le ponga un ejemplo más
concreto?
Pues no sé… Necesito
creerme que este saco
cerrado por la boca
y en cuya superficie
se aprecia la joroba
de envoltorios estáticos
puede volver a abrirse alguna vez
a provocar deseos y sorpresas
bajo la luz del sol y de la luna,
bajo el fervor clemente
de los dioses del mar
¡Oh, volver a sentir lo que era
eso!
Y ni siquiera necesito tanto
¿ya es menos lo que pido?;
simplemente creerme
que un día lo sentí
intempestivamente
cuando más descuidada andaba
de esperarlo,
y supe con certeza
que sí, que se podía,
que un corazón doméstico
cuando al fin se desboca
es porque está latiendo sin
saberlo
desde otro muy cercano.
Ya. Que no tienen nada.
Pues perdone.
Comprendo que es muy tarde
para hacerle perder a usted el
tiempo
con tales quintaesencias.
Ya me lo figuraba.
Buenas noches.



Jaculatoria
Poema de Carmen Martín Gaite seleccionado por Isaura Díaz Figueiredo

No te mueras todavía.
Tu tristeza a mí me salva
lo mismo que tu alegría.
Malva al alba
amarillo al mediodía
y a la noche otra vez malva
No te mueras todavía.

No tienes un color fiel,
te van todos los colores
de la gama..
Ocre si estás en la cama,.
verde si estas en la hiel,
gris acero si cruel,
azul negro en la porfía
y colorado en la llama
de fiesta y de rebeldía.
Que no te cuelguen cartel,
no te mueras todavía.

Echa tus tonos al día,
como a una hoguera y confía,
que lo que arde no se pierde.
Me caliento en tus colores.
Aún te quedan resplandores
de naranja y ya eres verde
con una estría de rojo
y de turquesa otra estría.
Tu confusión es la mía
y en mi espejo la recojo.
No te mueras todavía.

Ni te quedes condenado
solo al blanco y al morado
ni te vuelvas trasparente
tan simple y desustanciado
como te quiere la gente.
Tu engrosa el caldo del día
que aún hay quien oye y quien siente
lo pasado y lo presente.
No te mueras todavía.

Y el tiempo de incertidumbre
arde también en su lumbre
tan exenta de color
que corroe los que había.
No caigas en la costumbre
de inventar vida y amor
Si el almacén se vacía.
A pie quieto en el terror
a solas en la agonía
y aun cuando nada te alumbre.
No te mueras todavía.


Los libros que ahora busco
Poema de Carmen Martín Gaite seleccionado por Annie Altamirano

Necesito poesía.
Ya que no de la que entra sin sentir,
de aquella otra que con sangre entra
y que viene en la letra de los libros,
relegados, mirados con desdén,
cuando salir afuera, adonde fuera,
era abrir una puerta
para que la poesía disuelta por el mundo
en partículas tenues e invisibles
me llenara la casa de colores.

En ese tiempo yo encendía hogueras
Por ver brillar el fuego momentáneo,
por gozar de su luz y su color,
y acaso en una de ellas
quemara indiferente
los libros que ahora busco
en esta tarde rota, deshabitada, gris.

Me acuerdo de sus lomos cenicientos,
nunca los puse en orden,
eran muchos, ¡qué agobio!
Se caían al suelo algunas veces,
tratando de llamarme la atención,
llamaban pertinaces,
como cuando nos ronda
la idea de la muerte,
tropezaba con ellos
y no les hacía caso.

Los libros de poesía que perdí
ahora no los encuentro
en esta tarde rota.
Es su venganza.


Postales desde el mirador
Texto original de Roxana Sánchez Seijas


Te escondes tras los visillos para observar la plaza y aprisionar en un instante- de cámara fotográfica de las de antes- todo lo que acontece en ella.
Si miro alrededor puedo ver algunos hombres montando las casetas para la feria del libro antiguo y de ocasión llenando el aire de martillazos alegres, casi juguetones.
Muchachas con mantilla resignadas, caminan por la acera del palacio de Solís hacia la iglesia del Carmen que las recibe con rostro amable a la vez que serio como demuestra una placa conmemorativa de los caídos en la guerra por Dios y por España- Son estampas de unos años matizadas en sepia y con aroma a naftalina-.
Espero a que aparezcas, asomándote por la ventana de tu amplio mirador con biombo de avestruces o por la puerta gris metal del banco de castilla- para que demos un paseo por el Tormes y me enseñes la ciudad desde la lejanía, pero temo que ya te hayas retirado a tu cuarto de atrás con retahílas en tu mente y conversando con Caperucita, que ya ha regresado de Manhatan. Aun así te seguiré esperando. Cobijándome de la lluvia, bajo mi paraguas azul, ese que me protege en los grises días de tormenta.



Paseo Literario (IV): Santa Teresa de Jesús

Teresa de Cepeda y Ahumada, escritora mística y carmelita, santa y doctora de la Iglesia, reformó su orden a partir de una austeridad y un rigor basados en la experiencia religiosa interior, por lo que tuvo enfrentamientos frecuentes con las autoridades eclesiásticas y civiles. Su escritura comunica de forma directa e ingenua su doctrina y experiencia, haciendo uso de un estilo oral rico en metáforas y en giros populares. Vino a Salamanca a fundar uno de sus conventos (la séptima de sus diecisiete fundaciones) y en esta casa pasó su primera noche en la ciudad, el 31 de octubre de 1570, la “noche de ánimas" o noche de "los miedos", con todas las campanas de Salamanca "doblando a muerto". Aquí se enfrentó a sus miedos y se inspiró para escribir el "Vivo sin vivir en mí". Aquí también vivieron, durante tres o cuatro años, sus carmelitas.


[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]






Blanca Montero, Luis Gutiérrez Barrio, Isaura Díaz Figueiredo y Soledad Sánchez Mulas




Vivo sin vivir en mí

Poema seleccionado por Isaura Díaz Figueiredo


Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para si;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero
“Que muero porque no muero”

Esta divina unión
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mi tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Solo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero
que muero porque no muero.

Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿Qué resta
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero:
que muero porque no muero.


Nada te turbe
Poema seleccionado por Luis Gutiérrez Barrio


Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.


Anda y anda que tu mal espantas
Texto original de Esther Patrocinio Sánchez


Arrastrando las sandalias de cuero por las calles sin asfaltar, llegaste a esta ciudad que llaman Roma la chica. Sin protestar por el cansancio ni el polvo del camino paraste a descansar en la casa de tus hermanas. “Nada te turbe, nada te espante” me repetías y yo apretaba los dientes. Cuatro leguas más decidiste caminar hasta aquella que llaman la Villa Ducal. Los señores te reclamaron, buena mujer, necesitaban de la sabia santa. Sin pausa atendiste su petición para reposar exhausta en la casa del Carmelo. ¿No me daríais, gentes de Alba, un trozo de tierra donde reposar mi cuerpo? – preguntaste entre las fiebres. Te daremos un altar de plata y mármol, te cuidaremos bajo llave y las puertas de esta casa por ti fundada estarán siempre abiertas a tus fieles peregrinos. Allí dejaste tu cuerpo y aquí, en metal transfigurada la esencia de tu alma andariega.


Paseo Literario (III): Miguel de Unamuno

Ensayista, novelista, poeta y dramaturgo, su gigantesca figura intelectual ocupa, junto a Ortega, el primer tercio del siglo XX español. Fue catedrático y rector de la Universidad de Salamanca, ciudad con la que siempre mantuvo una relación muy personal y de la que fue activo concejal progresista. Su obra entraña un debate existencial entre sentimiento y razón, entre el ansia de Dios y de inmortalidad frente a la razón que parece negar ese anhelo. En él, vida y obra se hallan indisolublemente asociadas.


[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]


Fragmento de Por tierras de Portugal y España, seleccionado por Almudena Torres


Sí, amigo, sí, soy y he sido siempre un gran amante de la Naturaleza, en su carácter más verdadero y simple; prefiero cualquier bravío rincón de montaña a los jardines todos de Versalles, sin que esto quiera decir que no me gusten estos jardines. Sí, en tratándose de naturaleza me gusta toda, lo mismo la salvaje y suelta que la doméstica y enjaulada, aunque prefiero aquélla.

En cuanto dispongo de unos días de vacaciones –menos, ¡ay!, muchas veces de los que me harían falta- me echo al campo, a restregar mi vista en frescor de verdura y en aire libre mi pecho.

Para mí no hay paisaje feo. Al llegar acá a Castilla, cuyos campos representan no poca semejanza con lo que nos dicen ser la pampa, me hablaban todos de la tristeza y fealdad –confunden lo triste con lo feo- de esta campiña sin árboles ni arroyos, y me ponderaban la belleza del paisaje de mi tierra vasca. Y les sorprendía el oírme decir que prefiero este paisaje amplio, severo, grave; esta única nota, pero solemne y llena como la de un órgano, a aquella sonata de flauta de tres o cuatro notas verdes, de un verde agrio.

Estos pueblos terrosos, que parecen excrecencias del terreno o esculpidos en él, me dicen más que aquellas casitas blancas, con sus tejados rojos, que se ve han sido puestas por el hombre en aquellos vallecitos verdes. O la montaña bravía, la de los Pirineos o los Picos de Europa, o la llanura. Pero también me gusta recogerme en aquellos mis vallecitos vascos, que atraen y retienen como un nido.



Fragmento de Cómo se hace una novela, seleccionado por Mª Victoria Díaz Santiago


Héteme aquí ante estas blancas páginas -blancas como el negro porvenir: ¡terrible blancura!- buscando retener el tiempo que pasa, fijar el huidero hoy, eternizarme o inmortalizarme en fin, bien que eternidad e inmortalidad no sean una sola y misma cosa. Héteme aquí ante estas páginas blancas, mi porvenir, tratando de derramar mi vida a fin de continuar viviendo, de darme la vida, de arrancarme a la muerte de cada instante. Trato, a la vez, de consolarme de mi destierro, del destierro de mi eternidad, de este destierro al que quiero llamar mi des-cielo. [...] Y veo ponerse el sol, ahora a principios de junio, sobre la estribación del Jaizquibel, encima del fuerte de Guadalupe, donde estuvo preso el pobre general don Dámaso Berenguer, el de las incertidumbres. Y al pie del Jaizquibel me tienta a diario la ciudad de Fuenterrabía -oleografía en la tapa de España- con las ruinas cubiertas de yedra, del castillo del Emperador Carlos I, el hijo de la Loca de Castilla y del Hermoso de Borgoña, el primer Habsburgo de España, con quien nos entró -fue la Contra Reforma- la tragedia en que aún vivimos. ¡Pobre príncipe Don Juan, el ex-futuro Don Juan III, con quien se extinguió la posibilidad de una dinastía española, castiza de verdad!


El cuerpo canta, poema de Miguel de Unamuno seleccionado por Blanca González Prieto

El cuerpo canta;
la sangre aúlla;
la tierra charla;
la mar murmura;
el cielo calla
y el hombre escucha.

















Natividad Gómez Bautista, Sofía Montero, Pepita Sánchez Sousa, Soledad Sánchez Mulas, Almudena Torres y Benito González













Búsqueda

Texto original de Pepita Sánchez Sousa


Paseaba don Miguel a grandes zancadas por el patio dominico; sus manos en la espalda y su cabeza baja prendida en profunda meditación.
Alzó su mirada al Cielo preguntando: ¿Dónde te escondes, Señor, que te busco y no te encuentro?...
Volvió a su posición favorita de tenaz pensador, envolviéndose en su mundo de búsqueda afanosa.
Sintió los labios secos; una sed ardiente que le atrajo al pozo. Miró el agua y solo vio el cielo reflejado en ella.
Sus labios se movieron en una petición:
Dame de tu agua viva, Señor, para que yo entienda tu respuesta.


Sed de existencia

Texto original de Sofía Montero García


Racimo de versos con olor a eternidad
se hacen eco en nuestra historia.
Realidad, espejo de la mente,
dialoga en el recinto del tiempo.
Vestida con fragmentos cotidianos
miente silencios a la vida,
adivina la verdad irrepetible.
Como un tronco que dialoga entre las ramas
razona la existencia:
eterna en el sentir,
amante del dolor en nuestra mente
que sueña en las huellas del tiempo.


Soliloquio con don Miguel
Texto original de Natividad Gómez Bautista


Aquí me tiene, por primera vez frente a usted, envuelta en esa mirada suya tan fría que hipnotiza. Su frente altiva y despejada me hace pensar en la rectitud. En esa búsqueda de la verdad que siempre le acompañó y que tantas veces le hizo torcer las fauces hacía los que le llevaban la contraria. ¡Cuánto desconsuelo y cuánta soledad debió de acarrearle esa convicción suya! ¿O era más bien obsesión? Creer que “la vida es la verdad” puede traerle a uno muchas complicaciones, usted bien debe saberlo a estas alturas, pero creer que “la verdad es la vida” ya le digo yo que le vuelve a uno loco. Sobre todo en estos tiempos en que la verdad nos habla cada vez más de muerte, de injusticia, de egoísmos y entonces...
¿Dónde está el consuelo, don Miguel?
¿Dónde la fuerza para continuar?
¿No me dice nada, don Miguel? Usted, cuya fuerza eran las palabras ¿se ha quedado mudo?

Aquí estoy frente a usted, frente a esos ojos suyos que me escudriñan sin parpadear. Que me devuelven una mirada fría pero a la vez tan líquida que reblandece el bronce, lo deforma y lo dota de movimiento y de vida.

Su gesto duro se dulcifica. Las comisuras de sus labios finos y apretados se distienden y esbozan una casi imperceptible sonrisa. Y con un guiño cómplice por fin me habla:
Busca... Busca la verdad... Es lo único que puede salvarte.

Tonterías, una estatua no puede hablarte, me digo, y dando la espalda a don Miguel salgo de la sala pensando en la rica cerveza que me voy a tomar.


Pinceladas a Unamuno
Texto original de Blanca González Prieto


He visto a Don Miguel
de color verde,
con la esperanza abierta
y un reposado gesto
transmitiendo
un espíritu de sensaciones equilibradas.

He visto a Don Miguel de color azul,
en pleno recogimiento
buscando lo verdadero;
y en la vanidad de ser y estar,
sonriendo al álamo
a través de los espacios
de una existencia infinita.

Don Miguel…
que detrás de sus circulares lentes
tenía la mirada suspendida
sobre una lágrima de Andrómeda
antes de que Cetus
destruyera los bordes
donde se asentaba su tierra.

Se abre la mañana
rosa y femenina
a una ciudad de ensueño.
Con los dedos
despliega
una de sus pajaritas de papel
que ha sido desvertebrada por el aliento de la noche.
La escarcha geométricamente la divide
en un paisaje desolador de color gris
y, soberbia,
la mano de la muerte acecha.

Lanzas otra pajarita
recordando tu infancia...
después de dar unos giros en el aire
viene a caer sobre la mesa
donde reposan tus gastadas manos
de tantas letras derramadas
en compañía
de aquella lámpara que,
bien trazada la noche,
alargando su mano
cerraba tus ojos...

Paseo Literario (II): Pedro Calderón de la Barca

Pedro Calderón de la Barca fue el mejor dramaturgo del barroco español y el más popular en su época. Estudió en Salamanca entre 1617 y 1619 y vivió en la calle Ancha, en una casa contigua a la iglesia de La Purísima. Fue el típico estudiante pendenciero y mal pagador (tuvo pleitos que acabaron en embargo, prisión e, incluso, excomunión), pero consigue el título de bachiller en Cánones. Tras esa juventud turbulenta, se dedica por completo al teatro, pasando de los corrales de comedias a encargarse del teatro de Palacio al morir Lope de Vega. Su obra supone la culminación técnica, artística y escenográfica del teatro del Siglo de Oro. Es autor de 120 comedias y 80 autos, aparte de entremeses, zarzuelas, loas y obras menores.


[Fuente: Paseo Literario por Salamanca, Consorcio Salamanca 2002]


Fragmento de la jornada segunda de La vida es sueño, seleccionado por Mª Victoria Díaz Santiago

Salen músicos cantando, y criados dando de vestir a Segismundo, que sale como asombrado


SEGISMUNDO. ¡Válgame el cielo, qué veo!
¡Válgame el cielo qué miro!
Con poco espanto lo admiro,
con mucha duda lo creo.
¿Yo en palacios suntuosos?
¿Yo entre telas y brocados?
¿Yo cercado de crïados
tan lucidos y brïosos?
¿Yo despertar de dormir
en lecho tan excelente?
¿Yo en medio de tanta gente
que me sirva de vestir?
Decir que es sueño es engaño;
bien sé que despierto estoy.
¿Yo Segismundo no soy?
Dadme, cielos, desengaño.
Decidme: ¿qué pudo ser
esto que a mi fantasía
sucedió mientras dormía,
que aquí me he llegado a ver?
Pero sea lo que fuere,
¿quién me mete en discurrir?
Dejarme quiero servir,
y venga lo que viniere.
CRIADO 2.¡Qué melancólico está!
CRIADO 1. Pues ¿a quién le sucediera esto, que no lo estuviera?
CLARÍN. A mí.
CRIADO 2. Llega a hablarle ya.
CRIADO 1.¿Volverán a cantar?
SEGISMUNDO.No,
no quiero que canten más.












Luis Gutiérrez Barrio, José Mª Sánchez Terrones y Toño Blázquez







A don Pedro Calderón de la Barca. Texto de Toño Blázquez


Tuvo en oro y gran fortuna
una rica vida, brillante y osada
de aventuras plena y no callada
de la larga vejez hasta la cuna.

De 1600 la Corte, de damas y espada fina,
de pendencieros ajustes y luces de bambalinas,
Calderón triunfó comedias de las llamadas divinas
y levantó con aplausos del teatro la cortina.

Amor, honor y poder, La dama duende,
Felipe IV le dio larga vida a su talento;
Alcalde de Zalamea, su mundo no fue pequeño.

Ladrón de amores, clérigo y homicida depende,
dramaturgo de ley, cínico sin cuento
que nunca duerme aunque La vida es sueño.



Paseo Literario (I): presentación

El 17 de junio de 2011 tuvo lugar un Paseo Literario en el que participaron veinte miembros de SLC. En esta entrada y las siguientes se incluirán todos los textos previstos para el recorrido (aunque hubo cambios de última hora), seleccionados o creados por los participantes para esta ocasión.












Presentación


Bienvenidos a este Paseo Literario por Salamanca en el que recorreremos algunos de los lugares que habitaron escritores ilustres ligados a esta ciudad, o espacios en los que situaron sus hechos literarios, o algunas de las esculturas erigidas en su recuerdo.

Veinte miembros del proyecto Salamanca Letra Contemporánea, puesto en marcha por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura en noviembre de 2007, hemos sido los encargados de seleccionar escritos de los autores ligados a la ciudad o de crear textos propios para que todos los disfrutemos en este Paseo, invitándoles así a redescubir Salamanca a través de la Literatura. En cada una de las paradas se leerá al menos un texto del autor relacionado con ese lugar y otro u otros textos creados por los participantes para homenajear a nuestros autores favoritos o recordar sus obras. El esfuerzo creativo de los miembros de Salamanca Letra Contemporánea se pone de manifiesto, en esta ocasión, con las calles de la ciudad como escenario.

Además, pretendemos que el Paseo sea también un homenaje a nuestra lengua, como antesala al Día E, la fiesta de todos los que hablamos español, que se celebrará mañana, 18 de junio, en los cinco continentes, por iniciativa del Instituto Cervantes.

Los participantes, por orden de intervención, somos: Toño Blázquez, Luis Gutiérrez Barrio, Benito González, Almudena Torres Calles de Pedro, Josefa Sánchez Sousa, Blanca González Prieto, Sofía Montero García, Natividad Gómez Bautista, Soledad Sánchez Mulas, Isaura Díaz Figueiredo, Blanca Montero, Annie Altamirano, Roxana Sánchez Seijas, José María Sánchez Terrones, Carlos Blanco Sánchez, Elena Villarroel, José M. García, Antonio Alonso García, Maribel Domínguez Real y Matilde Garzón Ruipérez. Además, se leerán textos de varios compañeros que no pueden estar aquí hoy: Esther Patrocinio, Armando Manrique Cerrato, Mª Victoria Díaz Santiago, Montserrat Villar y Lorena Escudero.

Hemos tomado la idea general para el Paseo Literario del cuadernillo desarrollado por Alberto Martín y José Antonio Sánchez Paso y publicado por el Consorcio Salamanca 2002.

Comenzamos homenajeando a Pedro Calderón de la Barca, con la mirada en el solar de la calle Ancha que ocupa hoy aquella casa que hace esquina…