viernes, 21 de octubre de 2011

Vendimiario (II)

Más textos del recital de SLC del 19 de octubre...


Una foto de verano, por Armando Manrique Cerrato


Una foto, un segundo,
un brevísimo momento,
un intento siempre vano
de paralizar el tiempo,
de retener para siempre
ese mágico recuerdo,
ese que tal vez mañana
miraremos en silencio
y al recordar ese instante,
cuando más jóvenes éramos,
sentiremos la alegría
de volver allí de nuevo,
pero también la nostalgia
de lo que se fue con ello.

Mira esta foto de aquí,
unas niñas sonriendo
con el mar azul al fondo
y la brisa en sus cabellos.
¡Que siempre fueran así!,
sería un pueril deseo,
pues un día crecerán,
quizá se marcharán lejos,
serán ellas mismas, sí,
mas distintas por completo
pues ya nunca más serán
las niñas que un día fueron.

Las preguntas infantiles,
aquellos pequeños miedos;
cuando al caerse buscaban
un abrazo de consuelo
o demandaban cariño,
ternura, protección, besos.

Aplaudir sus grandes logros,
ser de juegos compañero,
cuando todo lo sabías,
cuando les leías cuentos
y compartías su vida,
sus fantasías y sueños.

Quedará ya para siempre
ese irrepetible gesto
por la lente congelado,
capturado en el espejo.
Y cuando pasen los años
quizá aparezcan de nuevo,
tras un rincón olvidado
o en un álbum polvoriento,
esas preciosas sonrisas
de la foto que ahora vemos.

Y allí con el corazón
y la mente volaremos
hacia un lejano verano
cuando más jóvenes éramos.

***


Reflexiones en voz baja, por Pascual Martín


Pese a todo, no soy tan mala persona, yo creo; y ya estoy en que alguien pueda objetar que qué voy a decir yo de mí mismo. No trato de convencer a nadie, malamente podría conseguirlo cuando no dejan de asaltarme serias dudas al respecto.
Yo fui siempre muy disfrutador de la lucha social. Huelgas, revueltas, manifestaciones, protestas... Siempre a favor del pueblo, de las clases más desfavorecidas. ¿Quién ha tremolado más veces que yo la banderola roja? ¿qué consigna marxista puedo no tener voceada en los mítines? ¿algún camarada podía señalar en qué algarada no se me vio? ¿cuántas detenciones llevo? ¿quién batalló con más entusiasmo en contra del poder establecido?
Pero cómo puede cambiar uno tan así, tan de hoy para mañana. Que ahora vea yo, a eso me refiero, todas esas devociones como algo extraño, alejado, impropio. Que lo razone como falta de madurez. Como un sarampión de cuando niño. O, digamos, como la ingenuidad que vives de joven y tarda en salir.
Yo no soy mala persona, de veras, ya lo dejé dicho al comienzo. Es que las armas las carga el diablo. Y lo que no son armas también, un simple boleto de la Primitiva, por ejemplo. Quién podía figurarse.
Los boletos de la Primitiva deberían venderlos, pienso, con una clara advertencia. Tal que los paquetes de tabaco pongo por caso: “Fumar mata”. Y ahí ya nadie se puede llamar a engaño. Bueno, pues en el boleto de la Primitiva (me lo repasé cien veces), por ninguna parte dice que tengas cuidado, que te pueden tocar dos millones largos de euros.
Y esa es la cuestión.


***

Poso y paso, por Toño Blázquez


Antes o después se cierra el círculo
y los labios acumulan tantos besos
que se desbordan.
Se van por las alcantarillas los abrazos
y los mares de proyectos
edifican olas de cementerios de hechos.
Todo, todo, se envuelve
en un sortilegio de olor a madreselva,
de matices suaves,
de movimientos orientales...
y de un silencio con sabor a vidas derrotadas.

Es una humillación simple, extraviada,
una infinita vacuidad.
Y el agua de este mar de proyectos
nos atraviesa el decorado vital,
espanta los delirios y concede,
querámoslo o no,
un protagonismo inadecuado al escalofrío.

Antes o después se cierra el círculo
y cuando ambas puntas se unen
habrá que ver donde externalizamos
la producción que dejó nuestro poso,
nuestro paso y nuestro ser.

***


Dónde irán a parar las palabras, por Almudena Torres Calles de Pedro


Hace unas semanas me encontraba paseando entre pinares cuando rondaba por mi mente la incógnita de dónde van a parar las palabras a las que no les damos vida. Palabras que sólo están en nuestra mente; que nunca llegamos a plasmar o darles voz... El divagar me llevó a mi querido y admirado poeta, Gustavo Adolfo Bécquer; y en mi mente revoloteó una Rima:

“¡Los suspiros son aire, y van al aire!
¡Las lagrimas son agua, y van al mar!
Dime, mujer: cuando el amor se olvida,
¿sabes tú a dónde va?”

Me preguntaba cual era el lugar donde iban a parar todas las palabras que no hemos dicho a tiempo; esas palabras que han estado en nuestra mente y que, por orgullo, indecisión, prepotencia, desconfianza, timidez, recato, respeto, miedo, y otras tantas verborreas mentales, que han oprimido la fluidez de la palabra dando lugar al silencio, al vacío... han hecho que la persona que las iba a recibir no haya sabido de su existencia; que haya caminado sin saber que alguien tenía en su haber palabras que no le pertenecían, que estaban destinadas para que otros las escucharan.

Sí, esas palabras que:
Hablan de amor.... y de odio.
Acarician los oídos... y destrozan el corazón;
Sirven para dar consuelo... y alteran la existencia;
Entrañan un compromiso... y una condena eterna;
Forman parte del comienzo...y consiguen que llegue el final;
Endulzan el alma... y la envenenan sin piedad

..Y me preguntaba, dónde van a parar las palabras que no expresé;
las palabras a las que no di vida;
las palabras que oprimieron mi pecho;
las palabras que revolotearon por mi mente;
las palabras que me hicieron perder a personas que quería;
las palabras que me hicieron distanciarme de aquello que deseaba;
las palabras que no alcanzaron a tocar el cielo;
las palabras que otros adivinaron y equivocaron;

...Y llegué a pensar que las palabras que estuvieron en mí; y por miedo, pudor o quién sabe qué, no supe decirlas a tiempo... Esas palabras, están en mi mente, en mi corazón, en mi esencia; se encuentran vagando en una vida sin fin, en tierra de nadie...

***


Extrae de mí, por Benito González


Extrae de mí la locura armoniosa
que dejé fluyendo suavemente
sobre las lagrimas de las rosas

Extráeme los chubascos
que riegan de ternura
los brotes suaves de la hierva
en la clara luna

Exprime el desmayo de un beso
que en mis labios ardientes
tu estancia espera

Ven, mi dulce amante,
comprime mi sangre
en las nubes del corazón,
porque en ellas danzan
las melodías
de mi amor.

***


Soledad de oruga y encuentro de mariposas, por Elena Villarroel


Vuela magistralmente por los cielos de algodón, posándose en cada planta, en cada persona que quiera acogerla con sensibilidad, pues su finura es agradable, pero no todo el mundo podrá acogerla como la acojo yo, que vuelo con ella en medio de la naturaleza verde y fresca.
Antaño, ella estaba en quietud, muy acogida por el caparazón que guardaba su cuerpecito tímido y cansado, pues allá fuera hay peligros, fatalidad y pesimismo. Nadie pudo inflingir dolor a su corazón porque el caparazón que la acoge es fuerte y lleno de gotas de rocío en su exterior.
La oruga necesita sentir el rocío exterior, la lluvia, el viento, y ver las nubes.
No es el momento, ahora solo quiere ver su interior sereno, que se prepara para su primer vuelo, para conocer los sépalos de las flores. En susurro te digo que el vuelo de la mariposa es majestuoso y libre, no tengas miedo de salir de ahí, oruga.
Mi mano te enseña la oruga delicada y frágil, pero llena de esperanza ante un futuro prometedor en que se despojará de su carcasa, y aunque sus ojos permanecerán cerrados a causa del sol, muy pronto los abrirá y verá a las demás mariposas navegando.
Un sol ilumina a la oruga, pero ella decide esperar paciente la hora de la salida. La lluvia se asoma para despertar su mente quieta, pero ella piensa en no humedecer su cuerpo, sino dejarlo seco al sol, para una meditación en silencio, que desarrolle la sabiduría interior.
Una vez salida del cascarón, la oruga se queda quieta, de gran emoción henchida, respirando lentamente, viendo unas nubes blancas, un cielo azul, sonrisas por doquier y un ambiente limpio y perfumado. Yo le ofrezco unas fresas, ella las acepta encantada, pero aún con la mirada miedosa.
Le tranquilizo y le digo: Sé lo que estás pensando, pero no temas, que el suelo que pisas ahora es seguro, situado en el paraíso.
¡Qué bella mariposa! Tiene vivos colores, está feliz. Nadie tuvo que coger sus alas para ayudarla a volar, sino que fue su sabiduría quien comprendió que debería empezar a volar sola, ya que las demás mariposas son libres y únicas, con colores distintos, pero ella aprendió en la soledad más absoluta, y ahora, se encontró conmigo y con miles de mariposas que estamos felices de acogerla, formando una gran familia de ángeles de la guarda de plantas que hablan a la humanidad.


***

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