lunes, 24 de octubre de 2011

Textos creados tras el encuentro en Monumenta Salmanticae


























El 17 de septiembre visitamos la iglesia de San Millán
, un espacio ahora desacralizado y recuperado como Centro de Interpretación sobre el Patrimonio Arquitectónico y Urbano de la Ciudad de Salamanca, al servicio de salmantinos y visitantes. Nos sorprendieron tanto el espacio y su transformación como las pantallas interactivas, audios y videos. Era el último día del verano en el que se ofrecían visitas teatralizadas. Merece la pena una visita sin prisas para disfrutar de este rincón tan especial.

Estos son algunos de los textos creados tras la visita:



Restauraciones
, por José M. García



Nerea llegó a la fachada principal de la Catedral Nueva, cubierta de andamios, destinados a que las piedras doradas volvieran a ser de ese color, en lugar de parecer blanquecinas. Siempre le imponía respeto el tamaño de la fábrica a la que se enfrentaba esa clara y límpida mañana salmantina. Se sentía empequeñecida y recordaba la Sinfonía nº 1 La Gótica, de Havergal Brian: algo enorme, dentro de cuya estructura se podían encontrar pequeños cubículos, pequeñas capillas laterales que permitían el recogimiento sin salir de la grandiosidad del monumento.
Rodeó el edificio y, mientras contemplaba el astronauta de la Puerta de Ramos (no podía envitar tener la sensación de que se trababa de una aberración el introducir semejante elemento entre la cardina del s.XIV, aunque siempre era mejor que, finalmente, hubieran elegido ese símbolo de la modernidad en lugar de un yonqui o de un hongo atómico –opciones que habían barajado los canteros restauradores-. Salió del interior del edificio Iñaki, su ¿exnovio? La verdad era que, después de la discusión y del tono de agresión verbal a los que habían llegado en público, en el tren, mientras venían de San Sebastián, se hacía difícil dirigirle la palabra, pero era de cortesía decirle algo, pues el azar había querido que se encontrara a menos de un metro de ella.

-¡Hola!- dijo Iñaki.
-¡Hola!- respondió Nerea con un tono helador.
-¿Nos tomamos una pinta juntos?

Nerea no podía salir de su asombro, pero recordó a Emma Bovary, que engaña a todos menos a su autor, con su actitud frívola y ambiciosa, y respondió: “¿Por qué no?”


***


Lo eterno es vivir, por Sofía Montero García


Recortes de la historia
habitan en la piedra.
Con la magia del lenguaje,
se visten de oro
para dormir al tiempo.
Imagen del segundo,
gira en la distancia.
Salmantica quietud
ahueca la mirada
en el altar de la vida.
Virtual de sombras
focaliza la ciudad
en la iglesia de la luz.


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Combo, por Mª Victoria Díaz Santiago

Pour David:
“Merci beaucoup pour le voyage à Paris”

Paris. Motifs. Musique. Chateauroux. Estas palabras resonaban todavía en su cabeza. Étoile. Ennemies Siamois. Etienne va conduciendo por la autopista a las afueras de París. El pensamiento del sarcófago de Saint-Menoux o el santo Menoux que colgaba prendido de su imaginación le asaltaba enjaulado, como la mente de mono en meditación, como ese disco de Cohen en el que este sale en la portada en blanco y negro comiéndose un plátano con la cáscara a medio pelar. Aunque dejemos a un lado los detalles de cocina y la leyenda de Víctor Hugo. Plus rien. La iglesia de San Millán en la calle Veracruz, las escaleras estrechas hasta subir al emplazamiento de la parte trasera del retablo, el altar, el coro, la antigua sacristía de esa iglesia desacralizada del siglo XII… ¡eran este sarcófago de piedra horadado por las manos de los fieles en busca de esa silueta esculpida de una flor de acanto! Un indicio de la verdad se lo dio la ciudad española madre de las ciencias que perdió su importancia internacional temporalmente con la ocupación francesa, Salamanca. El polvo de mármol sería la pista para llegar hasta Éol.


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