El 14 de abril de 2010 visitamos la exposición permanente sobre la masonería que se encuentra en el Centro Documental de la Memoria Histórica. Un audiovisual, más de un centener de piezas extraídas del fondo documental, bibliográfico e iconográfico del Archivo del Centro y una visita a la recreación de una logia masónica inspiraron los siguientes textos:
Retratos para el recuerdo, por Blanca González Prieto
["Retratos desde la celda", exposición Archivo CDMH]
Cayó una espesa bruma sobre la memoria.
El ideal mató los ojos de los ángeles,
y el llanto rompió el silencio de una noche mansa.
Desde aquí escucho el mar,
sus lenguas babosas rebotan
en los costados de esta barca efímera.
Yo vi cómo la metralla se comía
la inmensidad de una palabra,
y su ala se deshacía al calor de su aliento.
Los portones acerados,
se empeñan en maniatarse a los muros,
tan solo un párpado de luz
se cose
a la sonrisa de tus labios,
a la serenidad de tus ojos
a esa presencia tuya que puedo ver tu último retrato.
Black Death, por Mª Victoria Díaz Santiago
Todo me daba vueltas. Anatemas se escapaban a borbotones de la vasija de barro. Las máscaras negras horadan los pasados albores del siglo XX. Había perdido la noción del tiempo tan solo marcado por el reloj de arena que no marcaba nada, porque era como si el tiempo se hubiera detenido en aquella antesala. La ambición, la ignorancia, la hipocresía eran una forma de libertad condicional que hacía advertir como más fácil la facultad de censurar que la de obrar. El caballero sabía que sería el fin de todo poder terrenal y profanación. Me encontré cara a cara con el difunto amortajado. A la gloria del gran arquitecto del universo me postraba yo, cual albañil, con la cabeza gacha.
Símbolos de la memoria, por Sofía Montero García
Amo el dorado de las formas
con el recuerdo perdido en el silencio.
Alboroto de huellas estampadas
destrozan la paz de mi palabra,
mueren en un símbolo de ideas,
en el latir de mi memoria,
en la quietud del cristal
que adorna los objetos del deseo,
en la huella de un recuerdo
congelado en el tiempo.
La Masonería, por Isaura Díaz Figueiredo
Todo rezuma misterio, inquietud en la gran Sala, algo desconocido se abre ante mí... "LA MASONERÍA”
Llamo a mi duende, ese que me quita de las grandes dudas, vive escondido en mi alma.
-¡Misterioso duende, háblame de esta parte del Museo, que tanto dolor ha causado, a la vez que tanto desconocimiento hay sobre lo que aquí se encuentra!
Si su lema es "Libertad, Igualdad, Fraternidad"… no debe ser malo. Entonces, ¿por qué han sido perseguidos desde su fundación en 1730 por el Papa Inocencio III cuando se fundan las Logias, y la Iglesia Católica no duda en decir de ellos palabras tan duras como "Son como ladrones que irrumpen en la casa y también zorros que se esfuerzan por destruir tus viñas”? Oigo una voz fuerte, poderosa:
Artículo 12, sea aplicado con todo rigor.
Veo a un hombre de apariencia rica, aunque sus vestidos estén deteriorados por duras penas de cárcel; no se encoge, ni intimida ante aquella voz segura.
Él parece saber el motivo por el que ha sido acusado; cabeza alta, brazos presos a su espalda, sangre en las muñecas... poco importan, muestra seguridad y firmeza en cada gesto, con su mirada fija en la de su acusador.
Contesta con pausa a cada pregunta que se formula:
-Estado civil…casado
-Cargo actual...médico
-Lugar donde ingresó en la Masonería…Tengo la impresión que aquí duda antes de contestar; no obstante, bien dispuesto, bien disciplinado, responde. Barcelona
-Nombre simbólico que tenía dentro de la Logia….Rousel
-Jefes a los que estaba subordinado…a Dios y a la Patria
-Talleres…todos los que sirven para hacer bien al hermano
-Reuniones…las necesarias
-Cargos…un hermano más
-Razones por la que entró en la masonería…por Amor y Justicia
-Qué información nos puede dar sobre sus compañeros… No tengo compañeros, somos hermanos, nuestra sangre es una
No oí más, mi duende se ocultó en algún lugar secreto, posiblemente para escuchar la voz apagada, casi ininteligible, del General Franco, que, agitando su mano temblorosa, saluda desde el balcón del Palacio Real a la multitud que se congrega en la Plaza de Oriente.
“Todas las protestas habidas contra España obedecen a una conspiración masónica izquierdista”…
Nada más pude entender. Seguro que no hubo duende, ni voces, era solamente mi imaginación jugándome una mala pasada, precisamente dentro del Museo de la Memoria Histórica. Así fui otra vez adolescente, rebelde, pude volver a escuchar, por última vez, la voz del General Franco, 55 días antes de su fallecimiento.
Me asalta la duda de saber cuántas personas, de las miles que abarrotaban la Plaza de Oriente, sabían algo sobre la masonería… Un ruido difícil de explicar, quizá páginas de libros abriéndose a toda prisa, o quizá cerrándose, no sé... A lo mejor los espíritus de aquellos nombres escondidos entre legajos y que yo, intrépida de mí, había querido despertar de su largo sueño.
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